Artículo Periodístico 3.620º: “Cuenta/te tu vida”.
Pasan cientos y miles de millones
de seres humanos. Uno, de ellos seamos nosotros. Sea usted o su vecino o su
madre o yo. Y, nuestra y su vida no queda en ninguna memoria.
Muchos indican que es mejor así,
que la vida de cada uno, muchos de los episodios se olviden y el tiempo los
apague. Al final, usted, no crea que conoce todo de su padre, y, menos de su
abuelo. Quizás, si vive y existe en un medio rural, alguien, por alegría o por
ira, le habrá narrado algún acontecimiento de su padre o su abuelo, que nunca
le hayan contado. Pero que jamás sabrá si es verdad o no, o en qué grado y en
qué circunstancias…
Por eso, muchos dicen, que es
mejor no saber todo sobre los progenitores y antecesores y antecedentes. Porque
no todo es bueno. Pero otros indican, que miles de esfuerzos y sacrificios y
penas y angustias de usted o de millones o cientos de millones de personas
quedan cada generación olvidadas. Solo las sabe usted, el actor que es usted, y,
no todas, y el Buen Dios –si existe-. Muchos confían que exista Dios, por esa
razón, porque exista un Ente que conozca de verdad, nuestros corazones y
nuestros actos… Que de verdad juzgue nuestro corazón, que se alegre con
nuestras alegrías, que llore con nuestras lágrimas –y, a cierta edad aún más,
por eso apelamos al Ser del Buen Dios-.
Puede que para usted, le parezca
esta tesis o hipótesis atrasada –enseguida, si es culto recordará a Schopenhauer, Feuerbach, Nietzsche, Freud,
Sartre, Marx y otros más, que en mayor o menor medida han negado esa
tesis-. Pero no sé, si se han dado cuenta, que al quitar de los hombres, del
corazón de hombres y mujeres y niños y niñas y ancianos y ancianas, al querer
quitar a Dios, han dejado a muchos millones sin una toalla para llorar y en la
que llorar…
Rosa
Montero,
gran articulista y gran escritora, nos narra, o pienso que narra algo de todo
ello y más –porque no he leído el artículo entero, solo las cuatro líneas de
entrada-, en una columna titulada: Un puñado de palabras en una sábana,
publicado en El País, el 28 de mayo del 2023.
Pienso que no valoramos los
esfuerzos y las penas y las angustias y los sufrimientos, quizás tampoco, de
cientos de millones de personas, entre las que nos encontramos. El temor de que suceda algo y que no deseas
que suceda. El temor por uno mismo, el temor por los progenitores, el temor por
los descendientes. El temor que van pasando los días o semanas o meses, y, una
realidad, grave o pequeña no se resuelve. Quizás, porque no tenga/mos conocimientos
la humanidad –si humanidad, que para algunos, indican que es un mito utilizar
esa palabra y concepto y término-. Si la humanidad, el conjunto de toda la
especie a nivel biológico y toda la especie a nivel social y cultural y moral…
Un modesto artículo, como éste,
el que usted está o tiene frente a sus ojos, tiene varios fines. No desea
persuadirle a usted o convencerle a usted de ninguna tesis. Solo desea ponerle
en la mirada preguntas o cuestiones, que quizás, no haya pensado demasiado, y,
usted después encuentre la solución. Hacerle pasar cinco minutos, con cierta
belleza y cierto aprovechamiento para su mente y su conciencia. Y, quizás lo de
siempre unir algo de realidad, algo de verdad, algo de bien instrumental, algo
de bien moral, algo de belleza… Este artículo desea llegar un poco, no mucho, a
su cerebro y a su corazón… Un artículo es un artilugio de preguntas, aunque
parezca y aparezcan solo afirmaciones y negaciones…
Una columna periodística es como
un hablar en la calle entre dos conocidos o dos amigos/as, que se intercambian
saludos y deseos y noticias. Pues algo así, intenta este artículo que usted sea
consciente, de su propio dolor y alegría, pero también el del otro/a. Que
quizás, la persona que le está poniendo un café, con mejor o peor velocidad,
ese día es grande, en felicidad para él o es triste, en gran tristeza para él o
para ella. Que no le eche usted más tristeza. Y, eso puede suceder en los doce
mil oficios que dicen los americanos existen en el mundo. Quizás ahora ya
vayamos por los quince mil…
Yo, como articulista, dicen los
tratadistas de este género, literario y periodístico, que es bueno, insertar
algo de la persona y personalidad del escribiente. Cosa que para mí, me resulta
enormemente difícil, debo confesarlo. Por mi excesivo pudor y privacidad en la
vida normal y rutinaria. Yo, con mi ethos, pues también tengo alegrías y penas.
Y, existen días o mañanas o tardes que el artículo notas que lleva más
melancolía y otros más exaltación y otros más esperanza y otros más temor…
Igual que usted, tenga el oficio que tenga…
¿Qué podemos hacer…? Pues es
sencillo valorar más, las lluvias de palabras y alegrías y tristezas, que cada
ser arrastra, usted y yo y su vecino… Agradezcamos al otro, que no solo nos
pone un café, para ganarse la vida, sino que nos pone un café, y con ese café,
nos proporciona una pequeña alegría, nos permite seguir existiendo, nos coloca
un café en la mañana fría y, él sigue su camino y, y usted el suyo. Solo nos
hemos cruzado unos minutos. Quizás, jamás nos volvamos a ver en toda la
existencia…
Pero en esos tres o cinco o diez
minutos, dos vidas, diferentes en sus obligaciones y personalidades y oficios,
han tenido un punto en común… Pero ambos son seres humanos, y han realizado,
una gran escultura, se han portado y comportado como personas. Han hecho una
gran obra de Arte y de arte, han mostrado y demostrado que los seres humanos se
tratan como seres humanos, con humanidad –aunque no guste esta palabra en
algunos círculos filosóficos-. ¡Con humanidad que es con moralidad y respeto y
dignidad y paz…!
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (04-07 junio 2023 cr).
Fin
artículo 3.620º: “Cuenta/te tu vida”.
E. 07 junio