Artículo Periodístico 3.665º: “¡Quedarán, quedará…!”.
Esta es la frase que toda persona
de la cultura, a una cierta edad se pregunta, quedará su trabajo. Umbral lo preguntaba. Pero es cosa de
todos y de todas.
Es cierto que cuando uno tiene
cierta edad, sea en el oficio cultural que sea, uno quiere tener un lugar,
desea ser profesional, después, quiere mantenerse, y, cuándo esas etapas anteriores
ya las ha cumplido, y, ya dispone de ciertos años, cuándo ha vivido de ello, ha
tenido fama y notoriedad y profesionalidad, entonces, en la trayectoria final
del existir y vivir, se hace la gran pregunta, unos más claramente que otros:
perdurará mi trabajo.
Que aplicado a la literatura, es
sencillo, mi/tu/su obra literaria y periodística o musical o pictórica o de
diseño o…, en el caso de Umbral literaria,
quedará, quedará en los manuales, en los recuerdos del futuro, estará al lado
de la de Quevedo y Cervantes y Azorín y
Clarín y Unamuno y D´Ors, de la Serna, Ortega…
¿Es ese deseo o ese motivo o esa
razón solo vanidad o solo soberbia o solo engreimiento, o, es o constituye la
naturaleza de lo que produce el ser humano, el puente de Alcántara romano,
pensaron sus constructores que estaría dos milenios? Pero nadie puede negar que
lo hicieron para que perdurase y así ha sido. Un autor, sea del
género/saber/arte que sea, intenta buscar verdades con mayor o menor belleza.
Todo escritor redacta textos para
vivir y sobrevivir, pero ya que ha alcanzado ese grado, se pregunta, si en la
escalera de la historia de la literatura su producción cultural, que altura
tiene o tendrá. Si quedará como una obra clásica o no. Quizás, obras más
importantes de la antigüedad se perdieron, y han quedado otras que eran en sus
tiempos de segunda, pero a falta de otro pan, nos comemos el de cebada, y le
ponemos el sello de genial y clásico.
Los autores como el que escribe
estas líneas, también desea/n/ría haber vivido y sobrevivido con la escritura,
ser un escritor profesional. Cosa que no se ha cumplido. Y, también, habría
desea/do que su trabajo perdure/perdurase durante siglos, y, quizás, sea o
hubiese sido tomado como clásico –aunque ahora tenemos la competencia de los
programas de creación de textos por la informática-.
Es más, no nos engañemos, los
miles que están o estamos así, como yo, nos queda una pequeña esperanza, que
quizás, si se conservasen para el futuro, dentro de cien años, se vería el hoy
de otra manera, y quizás, se recuperarían esos textos. O, quizás, a nivel
regional, podrían tener un lugar.
Pero uno, después se mira en el
espejo de la historia, y, no puede negar la evidencia de la historia y de la
cultura, el concepto de “purgatorio de los escritores”, aplicado a todas las
artes, después de fallecer, muchos que tuvieron enorme fama y notoriedad en
vida, después, se van durmiendo y durmiéndose y redurmiendo y redurmiéndose…
Vean los periódicos culturales de hace tres o cinco décadas… Cada generación
existen decenas y cientos de miles de autores y autoras en cada disciplina
cultural en el mundo…
En las humanidades (filosofía,
artes, literatura, teologías, cultura en general) no existe un método de
cuantificación y de valoración de la verdad. Por lo tanto, no podemos saber,
saber exactamente, lo que es bueno y verdadero o lo es menos, no podemos
verificar o falsar, siguiendo la idea de Popper,
no podemos cuantificar, no podemos aplicar el experimento, no podemos aplicar
las metodologías científicas de la naturaleza, ni de las matemáticas –aunque
muchos temas, podrían ser abordados por las ciencias sociales, que tantas
veces, indico y expreso y espero, porque sería una revolución del conocimiento
humano y de lo humano…-.
¡Quedará, quedará, quedará lo de
usted, quedará lo mío…! ¿Quedará, quedará, quedará lo de usted, quedará lo
mío…?
http://youtube.com/jmmcaminero ©
jmm caminero (25 junio-05 julio 2023 cr).
Fin artículo 3.665º:
“¡Quedarán, quedará…!”.
E. 05 julio