Artículo Periodístico 3.684º: “Gastro y Peláez y el cocido…”.
La
mayoría de articulistas indican que el problema de la columna, el mayor, es el
tema, y que los demás son secundarios. Algunos indican, si tienes el tema ya
tienes medio artículo.
Miro
esta realidad del columnismo personal periodístico o literario, debo confesarlo
con pasión y con escepticismo. No comprendo muy bien como se pueden producir
ambos extremos. Pero pensando y repensando, con pasión, porque desde siempre he
querido hacerlo, pero nunca me dieron la alternativa en ninguna plaza de toros
de papel periodística. Ahora, en estos lustros últimos, con el invento de
Internet, pues he podido ya llegar a este deseo y vocación.
Con
lo cual debo indicar, que de alguna manera, he redactado cientos de páginas,
que son fragmentos, que son mitad ensayo o microensayo, y, mitad con un final y
entradilla, son artículos. En un momento, hace unos doce años, me dije, bueno,
si nadie me quiere publicar, al menos
haré un blog o en el blog que dispongo empezará a redactar columnas para mí. Y,
eso hice, después ya vinieron que me abrieran las puertas de unas decenas de
periódicos digitales –y, en algunos de ellos, todavía mis labios de letras se
van dejando…-.
Redacto
lo anterior, porque una persona si lee un texto o cualquier otro producto debe
conocer el contexto. Aquí, en este artículo, estoy intentando combinar tres
realidades, algo de la gastronomía, algo del simbolismo de la realidad, y, un
homenaje al articulismo periodístico, que lleva con nosotros al menos dos
siglos, dicen que desde Fernán Caballero
y Larra y Alarcón, y citar al notable columnista José F. Peláez, pienso que igual que en otras ramas del saber, todo
el que viene después se basa en los anteriores, creo que en el articulismo,
tomamos ideas unos de otros, pero no reflejamos en los artículos o no
mencionamos los nombres. Yo, yo no soy así, por eso cito a los autores.
En
este caso el articulista, Peláez,
que en una columna titulada el cocido metafórico, del 14 de mayo
del 2021 publicó en El Debate de Hoy, plantea la tesis de que en España, no existen
dos cocidos iguales, cada región o provincia dispone de su cocido –en estos
días me he enterado, que los garbanzos que degustamos, la mayoría son de
importación, un tonelaje de México-, (cosa que habría que reflexionar, las
legumbres, un producto esencial durante siglos en este territorio, nos vienen
de importación. ¿Qué está pasando con el campo, qué están pasando con las manos
que trabajan en el campo…?). Diría que en cada casa y familia y hogar se hace
un cocido diferente.
Decían,
supongo que será falso y verdadero, que los romanos conquistaron Hispania o la
Iberia de su tiempo, con las gladios y
con legumbres, degustando lentejas… España es un país-sociedad-nación-Estado
complejo. Ha costado muchos esfuerzos y deseos su nacimiento y su necesidad.
Desde que los romanos, antes en parte los cartaginenses nos conquistaron,
siempre hemos deseado anhelado ser una nación-Estado, según los vericuetos de
cada momento…
Desde
los visigodos y las batallas de los distintos pueblos germanos, después, todos
las escaleras de siglos y de alegrías y de tristezas y de conquistas y de
reconquistas. Siempre hemos deseado, la mayoría de nosotros, la unidad. Porque
sabemos como los alemanes y los italianos, que si estamos divididos en trozos,
es más fácil que nos coman en trozos. La historia y la Historia lo demuestran.
El cocido es el
ejemplo máximo o símbolo de nuestro pueblo. El cocido siempre está formado por la necesidad,
según el tiempo y la época y el bolsillo, realizado o construido o
escultorizado por varias cosas/productos. Quizás, el cocido es la
derivación/evolución del cocimiento desde la prehistoria, se echaba en un
recipiente de piel, agua y todo lo que se encontrase. De miles de años, pasando
por la cerámica que debió de ser un elemento esencial y con unas consecuencias,
más que Internet, para su tiempo.
Desde
entonces hemos terminado en el cocido. El cocido se le va echando todo lo que
se encuentra, según el bolsillo de esa familia-hogar-tiempo. Y, después, es el
alimento que nos permite volver a las labores de cada día. Para de ese modo,
continuar con la vida. El cocido es el instrumento para continuar existiendo y
viviendo y siendo y estando y haciendo y haciéndonos en la vida, y, dejarle el
testigo a la siguiente generación.
Hoy,
que hemos llegado, al menos en Europa, a un mayor nivel económico, como jamás
la historia ha dispuesto. Hoy, la moral tradicional de siglos, desarrollada
durante siglos, se ha ido resquebrajando en el corazón de los hombres. Durante
siglos, la enorme necesidad primaria y primera, es y era tener un cocido para
cada día, para que hijos y matrimonio, pudieran seguir siendo y existiendo. Eso
que por fin se ha resuelto, al menos, así llevamos lustros resueltos en Europa,
salvo excepciones. Hoy, que ya eso se ha curado. Ahora nos encontramos, que la
no-moral o antimoral y amoralidad del momento, ha llevado a cada hogar, mucho
sufrimiento. Diríamos sufrimientos que tienen su base en éticas no correctas.
Que se transforman en problemas éticos morales psicológicos o psicológicos
morales. La no-moral es una fuente de falta del cocido. Paradojas de la vida y
de la historia…
Hoy,
que casi toda familia en Europa, tiene seguro el cocido de cada día, no tiene
seguro el amarse y ser amado correctamente, cada día… Paz y bien y cocido…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero
(04 julio 2023 cr).
Fin artículo 3.684º:
“Gastro y Peláez y el cocido…”.
E. 19 julio