Artículo Periodístico 3.689º: “Orden, Seguridad y Policía”.
Toda sociedad o entidad
sociopolítica, sea de tipo prehistórico, primitivo, antigua, medieval, moderna
o contemporánea necesita un orden social para existir.
El orden social, entre individuos
y colectivos, ha sido a lo largo de los siglos y milenios, según civilizaciones
y culturas, una necesidad imperiosa, porque sin orden y sin orden social, lo
más legal posible, lo más moral posible, los humanos caen o están propensos o
parte de los individuos a caer en una especie de anomia y anarquía moral y
legal y de inseguridad… Sin seguridad y orden no hay paz social, y, por tanto,
ni individuos, ni colectivos, ni sociedades pueden existir y vivir y ser y
estar y progresar… -las películas del Oeste, lo especifican y ejemplarizan
claramente-.
Disponemos de datos suficientes
de la “policía” en tiempos de Roma o en tiempos del Antiguo Egipto, diríamos
también de las normas hebraicas del Antiguo Testamento y sus sanciones y quién
postulaba sus castigos. No existe sociedad, no puede existir, ni siquiera en
grupos pequeños, que pueda continuar existiendo sin unas leyes morales, sin
unas leyes legales, sin una entidad que haga cumplir ese orden y legalidad y
moralidad, y, un ente sancionador-juzgador. Por supuesto a lo largo de siglos y
milenios de evolución ha ido cambiando…
Se indica que el submarino
nuclear, es el artilugio o artefacto o la tecnología que hoy disponen los seres
humanos, que “más ciencia y conocimiento lleva inserto en sus miles de piezas
que lo forman y conforman”. El artefacto de la sociedad o de la
sociedad-política, formado por millones de individuos, actualmente, y, por
cientos y miles de variables, sería imposible que funcionase y que tuviese un
mínimo de coherencia si no existiese un orden social, en el cual, la Policía es
el garante de la legalidad, y, la legalidad, en gran parte, es el garante de la
moralidad, y, con ambas realidades los individuos, los entes sociales, los diversos
colectivos, permiten que sigamos existiendo y viviendo…
Vivimos en sociedades, que
podemos denominar paradójicas, por un lado, son enormemente complejas, por otro
lado, son enormemente simples y simplificadas. Los individuos son y somos, un
enorme volcán interior, de cosas buenas y de cosas menos buenas o indiferentes
y de cosas malas. Cada persona desde la mañana hasta la noche, tiene que luchar
con su interior y desde su interior, para seguir las normas morales universales
o mínimas, lo que Hans Küng
postularía como la búsqueda de una moral universal mínima, y, tiene que luchar
con y en su interior para seguir normas legales aprobadas por la
sociedad-Estado, y, esa lucha es eterna.
Esa agonía-lucha-dialéctica,
reinterpretando a Unamuno, es una
lucha interior constante, entre el bien y el no-bien y el mal. Y esto es una realidad existente, una lucha
real, no imaginaria –cada persona tiene que esforzarse cada día, para seguir la
moralidad mínima, la legalidad-moralidad legislada...-.
No es un cuento de niños y niñas,
sino una realidad, es una pelea que cada persona e individuo tiene que luchar
consigo mismo. Cuándo, una persona se crea una fractura interior-exterior en
ella, y, no cumple o incumple una norma moral-legal, las sociedades, todas han
inventado para y por el orden social, para defensa de los individuos, unas
leyes sociales legales, una autoridad que defiende esas leyes o normas, y, unos
entes que hacen cumplir esas normas… Normas, entes policiales o de seguridad,
tengan el nombre que tengan según época, y entes jurídicos sancionador, son,
diríamos tres capas o sedimentos para el orden social…
Un tema que desvía de la realidad
de esta problemática, es aquel que algunos indican, que ciertas normas morales
universales, pueden ser que los sistemas jurídicos no las contemplen, o las
interpreten, a un nivel muy laxo. Otra cuestión, es que ciertas normas
jurídicas, puedan ser, por colectivos o entidades, interpretadas que aunque
estén aprobadas legalmente, no sean correctas moral o religiosa o espiritualmente…
Pero no debemos olvidar, que las
sociedades actuales, están conformadas por millones de personas, por cientos de
entes sociales de diverso tipo, y, por varias decenas de grandes ideologías o
sistemas filosóficos y religiosos. Con lo cual, es imposible, que una norma
equis, todos los individuos, colectivos, entes sociales e ideológicos, se
pongan de acuerdo. De ahí, la enorme necesidad, de un “acuerdo o consenso
mínimo” que se consigue con la ley jurídica, y, la ley jurídica, para que sea
efectiva, tienen que ser defendida, no solo por toda la sociedad, sino por un
cuerpo específico, al que denominamos policía y Policía.
No somos conscientes de la
necesidad imperiosa y el bien social que la Policía realiza y construye. Sin
entrar que puedan disponer de deficiencias y que puedan existir individuos,
como en todos los oficios, no sean lo honorable que tengan que ser –pero,
incluso para eso, la misma legalidad lo intenta atajar, la misma Policía se
autocontrola-.
Se cuenta, para terminar, una
escena, que cada vez, que la recuerdo, el vello del cuerpo se me trenza en
árboles como púas. Viene a decir, se cuenta y se narra, que una “mujer judía
con un niño pequeño en brazos, caminaba por una calle y acera de una ciudad de
Centroeuropa, y que alguien se le acercó, le cogió al niño y le destrozó el
cráneo con una farola” –no expondré más datos, pero en aquella situación de los
años de 1940, es plausible-. Como es obvio y evidente, la madre y mujer empezó
a gritar como algo más que loca… El susodicho individuo con uniforme, -porque
no merece el nombre de persona humana-, se supone acompañado de otros, se
marchó y dejó allí, el cadáver destrozado de un niño inocente, y, de una madre,
que no sabemos como terminaría su vida y su existencia, pero desde luego, posiblemente,
fue un ser humano, que jamás se recuperaría…
Es obvio y evidente, la lección,
ese suceso pudo suceder, en un clima de no orden social, de no seguir unos
principios legales y morales de moral natural universal mínima, de no seguridad
cívica suficiente, de anarquía legal y de anarquía moral, y, de no existir en
ese momento y lugar y circunstancias una Policía, en sentido estricto. Con una
Policía que sigue la legalidad vigente, y, a su vez, esa legalidad sigue la
moralidad mínima universal natural, que ahora llamamos Derechos Humanos, miles
de hechos y de actos vandálicos, inmorales, ilegales, injusticias e iniquidades
se evitan. Ahora que se va a cumplir los dos siglos, de la creación del
concepto “de policía moderna en España”, por Fernando VII, del que tanto se critica, esta medida o norma, casi
nadie lo recuerda.
No olvide que usted, camina más
tranquilo por la calle, porque existe el enorme “submarino social formado por
cientos de piezas”, pero también, porque existe una Policía y una Policía Constitucional
basada en los Derechos Humanos… ¡En este país que no somos generosos, con el
churrero que está sudando haciendo churros, con el cirujano que atraviesa las
carnes para curar una enfermedad, tenemos que ser más generosos con miles de
personas, que denominamos policías y Policía que guardan el orden social, para
que usted y yo y su vecina del décimo, puedan caminar por la calle, con
suficiente paz social y seguridad personal y seguridad ciudadana…! ¡Paz y
bien…!
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (14-26 julio 2023 cr).
Fin
artículo 3.689º: “Orden, Seguridad y Policía”.
E. 26 julio