Artículo 5.206º: “Los que saben, callan: catedráticos”.
Nadie se ofenda, pero quienes
saben, catedráticos de humanidades y de ciencias sociales, en una situación tan
compleja de nuestra sociedad actual callan.
Existen cientos de periódicos en
nuestro terruño en estos momentos. Unos, con más audiencia, nacionales, otros, la
mayoría con audiencia locales, regionales, provinciales. Casi todos tienen
sección de opinión, casi todos esperan que llamen a sus puertas personas y
expertos y especialistas que quieran publicar en sus medios. Generalmente sin
derecho a remuneración, pero con derecho a publicación.
Nadie se ofenda, pero da una
enorme sensación, que existiendo 134.484 personas profesores de universidad en
España, según datos de la WWW, en todas las categorías profesionales o
laborales, y, al menos la mitad son especialistas, expertos en ciencias
sociales y en humanidades –artes, literatura, teología, filosofía, cultura,
etc.-. Un número suficiente de ellos y de ellas, no nos den su luz y su parecer
y su saber, a nosotros la ciudadanía en general, que necesitamos tanto como el
comer y el beber y el respirar y el tener seguridad y el tener cobijo y tener
vestido, necesitamos saber, saber verdades. Encontrar más claridad en lo que
está pasando y en lo que puede/pueda
suceder…
Nadie se ofenda, ese papel lo
están rellenando periodistas profesionales, que se han especializado en algunos
campos, económicos o políticos, y, después, cientos, miles posiblemente, de
opinadores o articulistas de opinión que como este escribiente, que saben algo
de algo, pero que no se pueden considerar expertos en todo. Que hacemos lo que
podemos, pero que nos falta ser expertos o especialistas en tantos temas. Es
como cuándo surge una crisis biológica o enfermedad, pues se escucha y se oye a
los expertos, los equipos directivos de los grandes medios, enseguida llaman a
los expertos: biólogos, microbiólogos, médicos, etc. Es lógico. Pero echamos en
falta que en tantos temas sociales, políticos y toda la variedad también habría
que echar: la mano y los ojos y los cerebros a los catedráticos, a esos catedráticos
que está lleno y relleno y trufado este queso que llamamos Península Ibérica,
Celtiberia, Iberia, España, Hispania, Piel de Todo, Tierra de Conejos. Al menos
yo echo de menos, más sus voces, su saber, su racionalidad, su mesura en los
juicios...
Nadie se ofenda, da la sensación,
que en un panorama tan complejo social y políticamente, por el que estamos
atravesando, pues se ha aprendido que hay más bien que callar, ponerse de
perfil, porque al final, los intelectuales siempre pagan la moneda, si la cuestión
se complica. Y, entonces, todos y todas, la inmensa mayoría por unas razones o
por otras, quizás, esperando el futuro callan y, se dicen algo es para sus
conferencias y sus congresos, -para unos cuantos…-. No continuemos más… pues el
silencio es la moneda más generalizada, el silencio y autosilencio autoimpuesto
y semiimpuesto…
Nadie se ofenda, aquella
frase-fórmula-enunciado-ecuación, de “quién se mueva no saldrá/sale en la
foto”, esté/está metida como un clavo en la conciencia y consciencia e inconsciencia
de la clase intelectual o del sector intelectual hispánico –en esta área entran
todas las humanidades y todos los científicos sociales de todas las ramas y
campos, de una veintena de saberes al menos, de una veintena de ciencias, que
tanta luz nos podrían dar y ofrecer y regalar y mostrar…-. Tanto necesitamos
que nos expliquen más y mejor, con más veracidad cuestiones de sociología, de
economía, de política, de historia, de geografía, de antropología, de y de…
cuánto necesitamos, cuántos necesitamos, pero el “que se mueve no sale en la
foto, si quieren en inglés, photo”. Aquel político, expresó una idea-concepto
que recorrerá ya toda la historia e Historia.
Nadie se ofenda, pero esperamos
semana tras semana, mes tras mes, año tras año, en estos tiempos tan convulsos.
No que los catedráticos salgan a la calle a manifestarse, que muchos que ya
están en el filo de la jubilación, o que están jubilados o que han cerrado ya
sus ojos a la brisa y aire fresco de la mañana, porque han ido, como dirían los
clásicos: “dónde están los más”. Todos esos que si estuvieron en las calles,
hace ya cinco y seis décadas, que muchos firmaron manifiestos, que muchos
durante años han estado ofreciendo una interpretación del mundo al alumnado,
pero muchos, sólo y casi sólo una… Todos esos, y, sus descendientes en las
cátedras, esperaríamos, que algo escribiesen en los medios de comunicación,
ellos que son los expertos, muchos con muchos libros en sus corazones, con
muchas observaciones en sus corazones, con mucha experiencia en sus corazones,
muchos con muchas vivencias en sus corazones… Pero ya hemos dicho, de 133.484
personas que son profesores de universidad, expertos y especialistas en todos
los saberes, la mitad al menos en ciencias sociales y en las diversas ramas de Humanidades.
La mayoría callan… Los catedráticos de universidad tienen dos funciones: una,
la enseñanza superior, la segunda, la investigación, yo estimo que tienen otra
tercera, la divulgación de su saber al pueblo, los periódicos es un medio casi
perfecto…
Nadie se ofenda, pero ahora que
tanto necesitamos el parecer y la sabiduría y la razonabilidad y la prudencia
del saber ortodoxo, de los que saben, los catedráticos, nadie se ofenda, la
inmensa mayoría callan, callan y esperan. Porque quién se mueva no saldrá en la
foto… Paz y bien.
https://www.youtube.com/channel/UCP1qKD3iC1dhkOschAftOAQ
© jmm caminero (01 nov. 2025 cr).
Fin
artículo 5.206º: “Los que saben, callan: catedráticos”.
E.
16 noviembre