Artículo Periodístico 3.817º: “Norma moral: No producir sufrimiento”.
Podría
resumirse una gran parte de la ética y moral correcta en no producir
sufrimiento, ni angustia, ni pena, ni desaliento siempre que sea racional,
verdad, bondad.
Es obvio y evidente, que toda
persona tiene que defenderse ante el mal y la maldad de otras personas, incluso
ante el mal y la maldad que surge de uno mismo. Pero dejando todo ese capítulo
aparte, la mayoría de males, sufrimientos, angustias, desalientos,
frustraciones, penas se producen porque un individuo A le produce a otra
persona B, o un colectivo A a otro B, o una ideología A a otra B, un
sufrimiento sin verdad, sin necesidad, sin bondad, sin racionalidad moral
suficiente…
Si miramos el siglo veinte, que
hay que indicar, como las paradojas de la vida y de la existencia, en Europa,
fue un siglo enormemente rico y lleno de riquezas en todos los sentidos, por
ejemplo, el estado del bienestar, derechos individuales y sociales como jamás
habría soñado el ser humano que serían realidad aquí en la práctica, derechos
personales como jamás podríamos haber pensado que se harían realidad.
Pero también, es cierto que en
ese siglo XX se crearon hecatombes, como jamás podríamos haber soñado, campos
de concentración por toda Eurasia, como jamás podría nadie haber diseñado, y,
campos de concentración-exterminio, al menos en Europa seis, que eran fábricas
industriales de la muerte, a niveles masivos. En algunas de esas “fábricas”,
pudieron llegar a morir cada día más personas que los coches que Ford podría producir cada día…
Hemos indicado que todo sujeto,
tiene derecho a su propia defensa, si la gacela no corriese ante el ataque de
los leones, hace muchos millones que dicha especie se habría terminado y
extinguido y no habría evolucionado. Pero aunque aceptamos que la defensa
justa, el cuidar de la propia vida es un deber personal ineludible,
parafraseando a Tomás de Aquino, el
deber de defensa de la propia vida, es un deber esencial en el ser humano, en
cada individuo. Aceptando esto, después, quizás, una de las grandes normas
morales, cambiando “haz al otro lo que tú deseas que te hagan a ti, en las
mismas circunstancias y situación”.
Sería plantear el mandato
universal, pero en forma negativa “no produzcas sufrimiento, no produzcas
angustia, no produzcas pena…”. De este modo, uno si se analiza en sus palabras,
deseos, actos, gestos… tiene que analizarse, si “son acciones de la justa
defensa”, o, si no lo son, “son acciones buenas y en verdad, o, son acciones,
no buenas y no en verdad, porque producen sufrimientos y angustias y penas en
otro…”.
Nadie puede negar, que el
cirujano tiene que realizar una acción, que produce un pequeño sufrimiento a un
paciente, pero es para curarle una dolencia. Pero un cirujano, sigamos con el
símil, no puede cercenar un brazo a un paciente, solo por realizar un
experimento o por comprobar cualquier cosa, o, por el deseo psicopático…
Pongamos por caso, los escritores
y escribientes y escribanos, en los que yo, me puedo encuadrar, aunque sea
modesto en todo este oficio. Con una frase o una idea o una oración o un
enunciado, debo analizar si busco con ella y en ella, verdad-realidad,
verdad-bien instrumental, verdad-bien moral, verdad-bien espiritual… Primero,
tengo que analizar que una frase disponga de esos parámetros. Y, en segundo
lugar, sea verdadera y bondadosa y racional y útil y eficiente, en la medida que
pueda mi inteligencia y mis conocimientos y mi sensibilidad y percepción, si es
posible, “no haga daño, no produzca sufrimiento, no produzca pena, no produzca
angustia…”.
Es cierto, que es imposible, en
una página de mil palabras, que todos los matices del tema que trates, gusten a
todos, incluso, sean verdad en su totalidad. Pero aunque haya que criticar
negativamente, una opción y otras soluciones posibles, que a otros no les
gustarán, pues hacerlo con comedimiento, medida, mesura, respeto, racionalidad,
argumentos, datos… De tal manera, que si ese escrito llega a una persona que no
le gusta esa solución, o se siente interpelada, incluso aunque sienta que es
contrario a sus intereses y sus deseos, no se sienta herida, no se sienta que
se le ha atacado con saña e inquina y rencor y maledicencia, sino que existe un
escribiente, en este caso yo, que me he puesto como ejemplo, que piensa de otra
manera…
Y, cómo esto en la vida, mil
detalles y mil realidades y mil circunstancias y mil causas y mil casos. En los
que la moral y la ética, no es hacer grandes cosas, ni siquiera es dar un
pequeño vaso de agua a un sediento, que también eso es la moral correcta, sino
“no hacer daño, no hacer sufrimiento, no hacer angustia, no hacer pena –a no
ser que sea por justa defensa de uno mismo…-”.
Porque no produciendo
sufrimiento-angustia-pena, se hace algo muy grande, que no es hacer al otro un
mal, un mal de palabra, un mal de deseo, un mal de pensamiento, un mal de
palabra, un mal de escritura, un mal… ¡Has
evitado un mal, que nadie se dará cuenta, pero que esperamos que el Buen Dios
lo apunte en su libro…! ¡Habrás hecho un bien, grande o mediano o pequeño, al
no hacer un mal…, aunque nadie sea consciente de ello…!
Recuerdo que cuenta, me parece, Sánchez Mazas, que en un monte en lo
alto, un republicano le apuntó con su fusil, durante unos segundos, que se le
hicieron eternos, y, el futuro escritor y escribiente, no podía hacer nada,
solo se le quedó mirando y callado y quieto en silencio, pero el soldado del
fusil que estaba en el bando contrario a Sánchez
Mazas, al momento bajó el fusil y se marchó…
¡Nadie conoce la identidad de ese
soldado, nadie conoce si salió de aquella hecatombe de la guerra civil con
vida, nadie sabe, si se quedó en España o se tuvo que exiliar, nadie sabe si
terminó su vida en su aldea o pueblo produciendo tomates o vendiendo cebollas o
estando de botones o de un alto cargo en la sociedad… nadie sabe, si aquel
soldado que no apretó el gatillo fue feliz en la vida o fue un saco de
desgracias y sufrimientos, nadie sabe, si llegó a conocer, aunque fuese de
oídas, que aquel que salvó se convertiría en un notable periodista y
articulista, y padre, de uno de los grandes escritores de la segunda mitad del
siglo veinte, nadie sabe, si alguna vez, se cruzó por alguna calle de alguna
ciudad del país con Sánchez Mazas, y
si lo reconoció… jamás, sabría eso y nada de aquel soldado que apuntó en lo
alto de un monte, creo de alguna zona de Aragón…!
¡Pero aquel soldado que no apretó
el gatillo, ni siquiera lo quiso tomar como rehén o prisionero, aquel soldado
en aquel monte vacío en lo alto, aquel soldado hizo un enorme bien a otro ser
humano, sin conocerlo y sin saber quién era, ni quién sería…!
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (24-25 septiembre 2023 cr).
Fin artículo 3.817º:
“Norma moral: No producir sufrimiento”.
E. 25 sept.