Artículo Periodístico 4.592º: “Animales los he sido todos: Manuel Azaña”.
Recojo esta frase o esta cita,
que se le achaca a Azaña sobre si
mismo. No voy a hablar aquí de Azaña,
ni de la República, ni los interpretadores de dicho Régimen. No. Voy a hablar
de calumnia.
De
“animales los he sido todos”, frase que Umbral
dice que Azaña decía de si mismo y,
escribe en su artículo titulado: Azaña, publicado en Diario
16, el cuatro de julio de 1988. No voy a hablar de las dos Repúblicas
en una misma Republica que, dicen los expertos hubo, porque no solo un río
tiene una orilla, sino dos, y, un mar no solo tiene dos orillas sino muchas.
Sino voy a hablar, simplemente de maledicencia, maldad, calumnia.
No
voy a indicar, que existen hechos que son reales y son objetivos. No todo son
mentiras, ni todo son bulos, ni todo es fango, ni todo es error, pero también
existe la calumnia y la mentira y la maledicencia. Y, esto, unos dicen que
abundan mucho en nuestro terruño ibérico, otros dicen, que estamos como todos
los demás. Unos, unos indican que se debe a que somos más propensos a la envidia,
otros pueblos se les achacan más la avaricia… pero no sé, si tenemos más
envidia o más avaricia o más lujuria o más gula o más pereza o más soberbia o
más ira-cólera que los portugueses o los franceses o los alemanes o los suecos.
No sé, bien, harían los sociólogos hacer estadísticas y estudios sobre este
tema…
Pero
si sé, que a personas se les ha puesto un traje o sambenito, y, se les ha
destrozado, en gran parte su vida. Incluso, sin ser los mismos sujetos que
llevan ese traje, sin ser conscientes que tenían ese vestido o ropa o corbata.
Y, han ido llevándolo toda la vida, pagando un precio apreciable, precio
negativo durante toda la vida. Habiéndosele cerrado puertas y puertecitas. Y,
en definitiva, dejándole en la cuneta de la historia. O, al menos, en silencio
una parte muy importante de su microhistoria, y, especialmente en algunos
terrenos…
Dónde
y hasta dónde, se le puede achacar o decir algo de alguien, hasta dónde,
pregunto, si una persona tiene una característica, aunque se sepa es verdad,
hasta dónde se le puede decir o expresar o pregonar. Pero si esa realidad no es
verdad, entonces se le achaca un mal o valor o facultad o característica a una
persona que no dispone de ella. Pero un rumor se extiende y se convierte en
maremoto. Puede ese supuesto hecho, tener otra explicación, o, puede no ser
cierto, ni verdad, o puede haber sucedido y ya no, o, mil otras razones… el
famoso sambenito de la tradición hispánica. No entremos ahora en las
explicaciones sociales e inquisitoriales y psicológicas y morales y…
Todos
los sujetos que he conocido, te dicen o lo expresan de alguna manera, han sido
objeto de una calumnia, maledicencia, maldad o error conceptual o verbal.
Todos. No conozco alguno que no piense que de alguna manera, en algún tema, en
algún momento se le ha difamado. No conozco ninguno. Pero también debo indicar,
que casi todos, conozco muy pocos, que no hayan difundidos maldades,
difamaciones, calumnias, sin tener datos suficientes, y, muchos sin necesidad.
Porque tanto podemos saber de otras personas, y, no expresarla o no decirlas.
Porque aunque sea verdad, la cuestión vuelve al tema, el agua al molino,
¿aunque una cosa sea verdad, y, sea una verdad negativa, se debe difundir…, o
hay que callar o no…? ¿Ya sé, que dirá usted con razón, que depende del tema o
de la cuestión o del momento o de la situación o de las consecuencias o…?
De
Azaña se ha dicho de todo o de casi
todo, bueno o malo o menos bueno o menos malo, desde todos los lados del
espectro y arco iris de la sociología y de la politología. Y, es más, ha ido
cambiando a lo largo del tiempo y del espacio geográfico y cultural e historia,
según décadas.
Yo,
para no ser menos, también diré algo de Azaña,
pienso que era un ser humano que llevaba una herida muy grande, algún trauma o
herida profunda, quizás, quizás causada en su niñez o adolescencia. No lo sé.
Pero esa es la apariencia que siempre he tenido. De ser cierta esta tesis o
hipótesis, qué herida es, qué trauma es. No lo sé.
Pero
si debemos indicar, también otra realidad, que se niega, constantemente. Que en
el advenimiento de la Segunda República Española, no solo lo hizo la izquierda,
sino también la derecha –véase, por poner unos nombres Unamuno, Ortega, Marañon y tantos otros, incluido Azaña…-. Hubo dos Repúblicas al mismo
tiempo, y, eso es lo que destrozó a la República… Aprendan del pasado,
aprehendamos del pasado, para no repetir errores…
Puede
que usted, ni yo, tengamos el poder de llevar a millones de personas a campos
de trabajo o campos de concentración. Ni usted, ni yo, tenemos ese poder, ni
queremos tenerlo. Pero si le puedo indicar, que quizás, usted, por razones, que
solo usted sabrá, que solo Dios sabrá, por razones desconocidas, puede ampliar
o crear o inventar o difundir una calumnia y una maledicencia grave a una persona.
Y, esa persona, pagar durante toda la vida, un precio muy algo de injusticia,
de dolor, de sufrimiento, de angustia. Y, esa persona no ser merecedor/a de esa
calumnia.
Puede
que usted, no pueda llevar a millones de personas, ni a una, a un campo de concentración,
pero si puede destruir en parte una vida de otra persona, en algunos aspectos
de su vida esencial, porque ha creído, difundido, divulgado una calumnia de
otra persona. Esperemos que exista Dios, esperemos que exista Juicio
Particular, y, usted y yo, todos tengamos que pasar por delante de ese
Tribunal, quizás, entonces, seremos y seamos conscientes de las calumnias que
hemos podido difundir y pregonar, aunque no las hayamos creado y criado e
inventado nosotros… Paz y bien.
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Fin artículo 4.592º:
“Animales los he sido todos: Manuel Azaña”.
E.
15 dic.