Artículo Periodístico 4.600º: “El luto y el duelo humano”.
Viví en una época, de niño y
joven, que encontrabas personas que durante meses, iban de negro, de luto,
porque representaba que un familiar directo había fallecido.
Puede que ahora, incluso en el
momento del sepelio, los familiares no vayan de negro, de luto que se suele
indicar, solo arrastren algunos signos, traje o corbata negra u otros símbolos
o signos. No sucede, como hasta hace unas décadas, que una mujer u hombre,
empezaba el luto por el padre o la madre y lo continuaba durante años y
lustros, porque iban falleciendo otras personas, niños o hijos o hermanos o
abuelos o padres… Incluso el saber popular, ponía un tiempo de negro o de luto,
un año o dos o tres según el tiempo y época y la procedencia de la persona…
El luto iba mezclado y combinado
con el duelo, el duelo humano, que se puede describir y definir de muchas
maneras y formas, pero una de ellas es el proceso psicológico y moral y
espiritual que sufre una persona por la pérdida de un ser querido, sea por
fallecimiento o muerte, o por ausencia, o por desconocimiento de dónde está.
Dicen, expertos o tratadistas que
el peor de todos, es cuando alguien no sabe si su familiar vive o no vive.
Porque es un sufrimiento enorme, por un lado, no sabe y no conoce si todavía
existe, por otro lado, no sabe si ha fallecido. Porque suele existir el refrán
popular, dicho con misericordia y piedad, que “cuando se entierra, se llora y
se sufre, pero también se descansa”.
Existen fases del duelo, el duelo
no es lo mismo los primeros días, que después de unos meses. Actualmente,
existen grupos de personas ayudadas por personas especializadas para intentar
superar esa situación, si ha sido una fallecido: un hijo o hija, a edad
temprana o juvenil, si ha sido por un accidente de tráfico, si por una
catástrofe natural o social, si los mil motivos de fallecer que los humanos
disponen. Porque la muerte es una, pero las razones o motivos o causas de la
muerte son muchas. Y, las consecuencias también existe una enorme diversidad…
Recuerdo ahora, una frase de Umbral, que si no recuerdo mal, indicó,
que en un momento determinado se dijo, más o menos: “me voy a centrar en el
articulismo, y, el mucho o el poco talento que tenga, talento literario,
intentaré verterlo aquí”. Creo que acertó, aunque también redactó noventa
libros y pico… ¿Por qué digo esto? Porque en cierto modo, aunque en el caso de
este escribiente, ya a edad tardía, porque antes no se le otorgó esa
oportunidad. Pues está intentado resumir y sintetizar, décadas de lectura, de
diálogos, de observación, de pensar y de análisis y de saber, aunque sea un
saber modesto, en unos cientos de artículos, bueno, seamos sinceros, ya unos
miles de columnas periodísticas, que entre todas forman y conforman un
panorama, modesto, pero que ha tratado cientos de temas. Y, hoy toca el del
luto humano y el duelo humano.
De vez, en cuando se nos muestra
por la televisión y otros medios de comunicación, la madre, también el padre,
de una persona que ha perdido un hijo o hija, hace diez o treinta años, en un
accidente de tráfico, en un accidente de trabajo, en un acto de terror. Y, a
esa persona que ha quedado, está destrozada por y para toda la existencia. No
sé, si alguna persona, que le haya sucedido esta realidad, leerá estas cientos
de palabras. Pero me gustaría ofrecerle algún consuelo. No escribimos solo por
vanidad o soberbia, ni siquiera en el caso de este plumífero, de momento, ni
siquiera por algunos dólares, sino para intentar entender y comprender un poco
mejor la realidad. O, lo aprendido y aprehendido, algo de todo ello mostrarlo a
los demás.
¡Qué consuelo puedo ofrecerle a
miles, decenas de miles que están en esta situación…! ¡No que hayan perdido a
sus padres, que ya tenían más de setenta u ochenta años, que aceptamos que
pueda ser natural, sino a personas, padres o hijos o hermanos o nietos o
esposos, con diez años o menos de diez años, o con veinte años o menos de
veinte años, o con treinta años o menos de treinta años…! ¡Qué consuelo a un
niño pequeño o adolescente que se ha quedado sin padre o sin madre…!
Ahora, en estas semanas de luto
en Iberia y en Celtiberia, por la
tragedia de Valencia, qué consuelo podemos ofrecer a miles de personas que
han perdido bienes materiales, a las cientos de familias que han perdido a un
hijo o hermano o nieto o padre o madre…
Jorge
Semprún,
que no sé, si usted se acuerda de él, que fue escritor, político, y, que fue
ministro con el señor Felipe González,
y, también habitante a la fuerza de un campo de concentración de Centroeuropa,
decía, leí, hace mucho tiempo, que el notó, que los comunistas y los cristianos
católicos soportaban mejor la situación de los campos de concentración, porque
ambos, por distintas razones, tenían siempre esperanza, que el futuro sería
mejor que el pasado…
Creo que en tiempos malos y
negativos y aciagos y tristes y trágicos, y, todos tienen algo de todo ello.
Todos los seres humanos pasan por lutos y por duelos, quizás haya que aprender
y aprehender la fórmula del pasado, la religión ha sido un consuelo, cuando no
existía Prozac, ni ansiolíticos de ninguna clase… ¡Quizás, indicarle vuelva
usted los ojos al Ser Supremo que podrá
ayudarle en parte para sobrellevar ese profundo dolor que está
soportando…, además consulte a las personas del sistema de salud, que son
expertas en estos temas…!
http://youtube.com/jmmcaminero © jmm caminero (10-15 dic. 2024 cr).
Fin artículo 4.600º:
“El luto y el duelo humano”.
E.
15 dic.