Artículo Periodístico 4.614º: “Vaya usted unos días a un monasterio católico”.
Sí,
este puente o estas vacaciones tómese unos días, no para ir al extranjero, no
para ir a la playa, sino para viajar un poco en su interior, en un
convento-monasterio ibérico.
No
a cualquier centro de estas realidades, sino a un católico. Le digo católico
porque tengo la convicción que nadie le molestará, que nadie querrá que se
convierta, que nadie le predicará, que nadie le querrá cambiar sus ideas o sus
afectos o sus sentimientos… sino, que usted llamará a su teléfono, tendrá una
cita, le guardarán una habitación con una cama o con dos, si va usted con un
acompañante o con su media naranja. Y, le permitirá y se permitirá, que algo de
su interior aflore. Se sosegará moderadamente, se sentirá sus sonidos externos
e internos moderadamente. No predicamos la salvación, pero si mirar y mirarse
de otro modo, al menos por unas horas o días.
Nunca
he ido, nunca he tenido esta experiencia, pero quizás si otras similares. Y,
entonces permitirá que su interior fluya y fluye. Podrá usted pasear por esos
recintos, que por lo general, son artísticos y altamente estéticos, la mayoría
disponen de un siglo o más sobre sus espaldas y sus paredes, tienen un precio
suficiente y digno, que podrá usted pagar, en algunos casos, disponen de
paisajes alrededor que es unir, el antiguo verso y aforismo: el interior con el
exterior, y, en medio la historia de los hombres, es unir, la interioridad, y
la cultura y la naturaleza…
Además,
seguro, todavía existen, aunque se están cerrando, dicen cada mes, un convento
o un monasterio en nuestro terruño. Seguro, que a menos de cien kilómetros, en
un radio de cien kilómetros dispone usted de uno o dos o tres conventos o monasterios
que le permiten hacer esta realidad-experiencia. Algunos, tiene ir usted solo,
en otros, puede ir con su acompañante o media naranja o pomelo o limón o
aguacate, pareja, en otros permiten hijos. Pero si va, no se lo tome, como unas
vacaciones más al MOMA de Nueva York,
ni a la playa de arena de la costa, sino, simplemente como un tiempo de
silencio –aunque puede usted hablar con otras personas que están en sus mismas
condiciones, o con los frailes-. De mirar y de ver con sosiego y tranquilidad. Da
lo mismo el oficio o profesión o estrato social o cultural al que usted
pertenezca, realice una experiencia de este tipo y color, digamos, repítala una
vez cada dos o tres años, hasta que las fuerzas le permitan.
No
crean que tengo comisión, ni tampoco deseo hacer competencia a otros sectores
del turismo y del descanso en nuestra sociedad, sea turismo-descanso en el
interior, en la España del interior que tanto necesitamos, sea turismos en las
arenas de los cientos de miles de metros que tanto disponemos y sentimos y
queremos. Pero este podría ser un tercer sector, da lo mismo, si usted es
agnóstico o es ateo o es creyente en otra religión no cristiana, siempre que
usted respete las normas generales existentes, en ese recinto. Es un lugar de
reflexión, de sosiego, de tranquilidad, de meditación, de mirar sin prisas, de
leer despacio, de ir a la iglesia o en los claustros y sentir el silencio, el
habitarse a sí mismo decía el gran Benito
de Nursia, uno de los patrones de Europa, otra es Edith Stein, de trágica historia personal en el siglo veinte.
Es
fácil, consulte una lista posible, de cerca o relativamente muy cerca de su
casa. Tenemos muchas cosas cercanas a nuestro hogar, que son buenas y que no
conocemos. Puede usted percibir y ver y oler casi, algunos documentales, y,
quizás le presentarán algo de ese vivir. Y, algo de ese existir. Realice esta
experiencia, estas vacaciones, pongamos por caso, cuatro o cinco días, quizás
si no puede tanto, tres días. Si no puede en invierno, quizás, unos días en
Semana Santa, quizás unos días en Navidades, quizás unos días en veranos,
quizás algún puente largo o acueducto de tres o cuatro días de descanso…
¡Existen también con hijos, que permiten hijos…!
Usted
solo debe llevar, la intención del respeto a los horarios y al silencio y a la
vida rutinaria de monjes o monjas o frailes o frailas, y, después, usted
sumérjase en su mundo, quizás puede hablar con más interioridad con usted
mismo, quizás, pueda hablar con más sosiego con su pareja o media naranja,
quizás, pueda detenerse y hablar más con sus hijos o alguno de ellos, porque no
hay que estar corriendo en una marca de ir a comprar, de ir al restaurante, de
ir a ver un museo, de tomar una caña, de in a la arena del sol, a y a… sino
usted tiene que levantarse, en el horario que indiquen, vestirse, lavarse, ir a
desayunar, y, después pasear o leer por los jardines o por los claustros o por
la iglesia o, algunos, permiten salir al campo o al pueblo de al lado, todo
despacio. Venir al horario de la comida… Es decir, intentar besarse a sí mismo,
sin narcisismos, pero mirar a si mismo… o, a sí misma.
No
le puedo prometer que sea la salvación universal, ni esas modas que las
personas les dan por la publicidad a probar una experiencia equis, sea la que
sea, aunque sea legal y moral, y, todo el mundo se apunta. Pero si creo, que
debería ser como una costumbre o hábito, que toda persona que sale una vez o
dos de vacaciones, cada año, una de estas veces, al menos, cada dos o tres
años, una regrese a su interior, pase tres o cuatro o cinco días, en un
monasterio o un convento de nuestra geografía física y católica, que puede
estar a cien kilómetros de su casa o a menos. Incluso estar en su misma ciudad…
Paz y bien.
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (17 dic. 2024 cr).
Fin artículo 4.614º:
“Vaya usted unos días a un monasterio católico”.
E.
22 dic.