Artículo Periodístico 4.606º: “Los que pasean y Sebastián Haffner”.
Se ha producido un fenómeno
nuevo, porque los tiempos cambian una barbaridad en frase popular, que millones
de personas en el planeta salen a pasear, por diversos motivos.
Unos,
por prescripción facultativa, otros por dietas, otros porque es necesario hacer
deporte o movimiento físico, porque el automóvil lo utilizan incluso para
respirar, otras personas por una especie de ocio, es común ver varias mujeres,
grupos de mujeres paseando, y, van andando y hablando, supongo de lo divino y
lo humano, en esto es una peculiaridad, no se juntan grupos de hombres, o lo
hacen menos.
Cuándo
hace un siglo se trasladaba, de forma rutinaria, las personas o andando o
caminando, o subido en animales, sea en una manera o en otra, en viajes cortos,
no hablamos de largos, que ya estaba inventado el ferrocarril y los primeros
automóviles. Pues las personas ya caminaban cada día, una cantidad apreciable
de espacio y de tiempo.
Pero
ahora, que no suele suceder, salvo quizás, algún sector de la sociedad, y, por
otros motivos, ahora, pues existe un “trabajo que es el de pasear o de
paseante”. No era y no es el concepto de paseo los días de fiesta, paseo
sosegado y paseo tranquilo y paseo armonioso, con familiares o hijos, para
descansar. Sino hablamos del pasear deprisa, generalmente, con una ropa para
ese fin, los chándal de un color o de otro, zapatillas concretas y específicas,
y, sombreros-gorras o no, según la temporada –la industria del paseo y del
paseante es importante, no es lo mismo la del paseo de fiesta, que es vestido
bueno y con colores, y, el paseo y paseante, diríamos de este tipo, sea
deportivo, o sea por necesidad creada y criada en este siglo…-.
Hoy
citaremos a Sebastián Haffner (1907-1999),
que era seudónimo de Raimund Pretzel, recordaremos
y comentaremos y homenajearemos al hombre, y, un artículo titulado: La
vida de los paseantes, en definitiva nos describe algunos aspectos de
esta realidad. A finales del siglo diecinueve, las entidades ideológicas progresistas,
tomaron un lema, que se ha ido materializando en el siglo veinte, por
desgracia, no en todo el planeta. Por tanto, es una máxima todavía vigente a
conquistar, ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas de ocio…
Y,
al hacerse realidad este aserto, pues existe en el planeta, existe en
Occidente, existe en Europa, existe en Iberia o Celtiberia o Tierra de Conejos
o País del Toro, existen millones de personas, que pueden dedicar, al menos un
día a la semana, ocho horas al ocio. Y, uno de los ocios es el andar, pasear,
caminar, sin necesidad, sin ir a ningún lado, sin ningún norte, sin ningún
objetivo específico, además del mirar y ser mirado, percibir y ser percibido,
reír y ser reído…
Dicen,
que todas las grandes tentaciones se producen en los conventos y monasterios,
porque cuándo la mente y la conciencia y el cuerpo humano, se relajan y se
tranquiliza, se sosiega y se armoniza, de dentro del hombre, nacen y refluyen
multitud de realidades psicológicas profundas, surge mucho bueno que llevamos
dentro y mucho malo que arrastramos dentro. Y, fluyen a borbotones pensamientos
e ideas, en definitiva, tentaciones.
Es
decir, las personas que están en conventos y monasterios, si este dato o
noticia es cierta, luchan con los demonios interiores, que todos llevamos, con
esas tentaciones al mal, con esos recuerdos que afloran, con ese mar interior
que en gran parte es bueno y que en gran parte es malo. El silencio dentro del
silencio, el silencio más dentro del silencio, plagiando a los cartujos, o,
como diría Benito de Nursia,
habitarse a sí mismo, habitarse de forma apropiada a sí mismo…
Algo
semejante sucede a los seres humanos, que no somos y no estamos en un convento
o un monasterio, pero tenemos horas de ocio. Por eso en la Tercera Edad, no
gusta a la mayoría, porque al tener más tiempo, al no tener que ir a trabajar,
fluyen y refluyen ideas, recuerdos, pensamientos, actos que has hecho o has
dejado de hacer. Y, eso machaca a las personas. Y, eso te hace no estar con
alegría.
La
tercera edad, no nos engañemos, no es mala, porque ya surgen enfermedades y
patologías, en mayor o menor grado, sino porque hay que vivir y convivir con el
interior. Eso has podido taparlo y camuflarlo durante lustros y décadas, porque
el trabajo activo no te dejaba tiempo para pensar y reflexionar, pero cuándo ya
dispones de suficiente tiempo y espacio, empiezan a volver a la superficie
tantas cosas, tantas conversaciones o trozos de ellas, tanto que hiciste o no
hiciste…
Pues
los que pasean, los paseantes, de alguna manera, intentan dedicar un tiempo, a
hacer algo, por muchos fines-razones-motivos, y, uno de ellos, es realizar una
actividad, que te permita sobrellevar ese flujo interior que emerge de dentro.
Así, durante ese tiempo, puedes ir asimilando cuestiones del pasado. Dices y
dicen y te dicen, que es que por prescripción médica, que es por la dieta, que
es por hacer ejercicio, qué es para ir con algunos acompañantes, y, es cierto,
es todo eso y más, pero sobretodo es para sobrellevar el pasado… sobrellevar trozos
o aspectos de tu pasado… No te engañes, no te mientas, no te manipules a ti
mismo. Paz y bien.
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (11-22 dic. 2024 cr).
Fin artículo 4.606º:
“Los que pasean y Sebastián
Haffner”.
E.
22 dic.