Artículo Periodístico 4.615º: “Dolor y esperanza y M. Alcántara”.
No
podemos negar la realidad del dolor-sufrimiento-angustia-pena, pero tampoco
podemos negar que siempre ha existido espera-esperanza, para vivir y sobrevivir
y respirar.
Todos
los tiempos tienen cosas buenas y cosas menos buenas. Todos. Aunque yo creo que
el tiempo que nos ha tocado vivir, si viviesen nuestros bisabuelos les
parecería que hemos llegado casi a un paraíso terrestre. No somos conscientes
de las enormes dificultades de la vida hace un siglo, hace cien años, no
olvidemos que todos los líos que se formaron en Europa, en el siglo veinte,
hasta la primera mitad del siglo veinte, era porque demasiadas personas no
tenían un mínimo de y para sobrevivir y de y para vivir.
Sin
esperanza no se puede vivir y sobrevivir de forma correcta, todo ser viviente,
tiene sus penas y sus sufrimientos –supongo que los animales, en la medida que
sea, aunque no sean conscientes también-. Por tanto, el problema es que no nos
enseñan, a saber y aprender que tenemos que tener dolores y angustias y penas.
Una cosa, es que no debes buscar los sufrimientos, porque muchos nos los
buscamos nosotros. Otros, nos vienen. Por tanto, tendríamos que aprender y
aprehender a no buscar y buscarse sufrimientos, ¿y, cómo se busca o encuentra y
hace cada uno, se produce sufrimientos a sí mismo…? Pues es fácil, es haciendo
realidades o cosas o actos o palabras que van en contra de la verdad y
veracidad y del sentido común y de la prudencia del momento o de la situación
concreta.
Otra
fuente, de crearse sufrimiento, a mi modo de ver, es no llevar una vida
psicológica y psicológica moral y moral adecuada y verídica y verdadera. Si
usted bebe demasiado, por la razón que sea, al final y en medio, le vendrán
graves problemas de conducta, consigo mismo, con su familia, con el trabajo,
tendrá que ir al sistema médico de curación, etc. Pero lo mismo que le digo el
alcohol, podría indicarle decenas de otras causas: los juegos, la pereza de no
querer hacer nada o casi nada, la pornografía, y, otras realidades…
En
este viaje por el articulismo que vamos haciendo, hoy, hoy ha tocado otra vez,
al maestro Alcántara, Manuel Alcántara,
posiblemente, uno de los veinte más importantes articulistas de opinión y
literarios de estos tres últimos siglos en nuestra sociedad, que publicó una
columna titulada: El tamaño de la esperanza, en AEHCOS Magazine, en 2004.
Los humanos no pueden vivir sin agua, sin garbanzos, sin seguridad sobre su
cuerpo y mente, pero tampoco pueden vivir sin esperanza. Una esperanza racional
y razonable y buena y bondadosa. Una esperanza para poder vivir y sobrevivir
mejor. La esperanza es la sal o el azúcar y la miel que permite en las épocas
de tiempos negativos seguir adelante. Y, quién, si saliésemos a la calle hoy,
incluso admitiendo que hoy se vive mucho mejor que hace tres generaciones,
quién no llevaría y llevará un dolor en su alma, en su corazón, en su carne y
en su mente. Siempre tenemos un dolor, cuándo no varios. Unos, duran años y
otros meses y otros lustros y otros días… Es la realidad.
El
problema es, igual que aprendemos a leer y escribir y a nadar y a conducir el
vehículo, tendríamos que aprender y aprehender a sufrir, no por sufrimientos
que nos busquemos nosotros. Aprender a sufrir debería ser, no sufrir. Aprender
a no meternos en sufrimientos que son malos y negativos. Evitar los
sufrimientos sin necesidad. Y, por otro lado, existen otros sufrimientos y
angustias que son casi ley de vida. Debes aprender, al menos a una edad, que
tus progenitores, pues, pues de momento tienen que fallecer. Por tanto, si te
vas preparando de forma racional y moderada a esta pérdida, pues es mejor,
siempre que vayas teniendo una edad apreciable. Y, en tercer lugar, aprender a
soportar y sobrellevar y curar y superar los sufrimientos y penas y angustias
que no esperabas, pero que te vienen… Créalo, a todos nos vienen realidades de
este tipo que no esperábamos. Muchas veces, de personas que no esperábamos.
En
el mundo griego antiguo y el romano antiguo y en el mundo cristiano y en el
mundo hebraico, de alguna manera, se enseñaba a las personas que existen los
días alegres y los días tristes, y, es más, en los días alegres suele haber
realidades tristes, y, en los días tristes realidades alegres… Es así la vida,
el aceite se mezcla y se combina con sal o pollo o azúcar o vino o…
Todos
los humanos tenemos un deber, de ofrecer y ofrecernos una espera y esperanza
racional y razonable, a nosotros mismos y a los demás. Nosotros los
articulistas, tenemos la obligación, de indicar a las personas, que después de
la noche viene el día, después de la tormenta la calma, que no tome ninguna
decisión que sea inmoral, que no tome ninguna decisión que sea no legal o no
jurídica, que no tome ninguna decisión que vaya en contra del sentido común, la
prudencia, la racionalidad, y, el verdadero saber… Y, así, tendrá unos
instrumentos para luchar contra la desesperanza.
Y,
si está muy en desesperanza y muy desesperanzado y muy triste y muy melancólico
y muy depresivo, vaya al sistema de salud, para que le ayuden. Vaya al cura del
pueblo para que le ayuden. Vaya a personal preparado de forma ortodoxa y
científica para que le ayuden. Mientras tanto lea artículos del gran Manuel Alcántara, uno de los veinte
grandes articulistas literarios de estos tres últimos siglos…
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Fin artículo 4.615º:
“Dolor y esperanza y M. Alcántara”.
E.
22 dic.