Artículo 5.064º: “Mercado Municipal de San Agustín de la Coruña”.
Denominado Mercado Municipal de Santo Agostiño construido entre
Entrar en un Mercado de Abastos todavía en funcionamiento, aunque ahora más
reducido por lo general, era encontrarse con docenas de puestos, por tanto,
multitud de olores, colores, formas, conversaciones, personas andando, personas
comprando, personas vendiendo. En otros tiempos cuándo los hipermercados no se
habían adueñado de la venta mayoritaria minorista o al detall, es decir, por
piezas, pues los mercados eran verdaderas plazas, dónde se encontraban las
personas, hablaban, se saludaban, se contaban algunas historias de sus vidas,
los hijos cuándo iban jugaban y miraban.
Un mercado era como una enorme
instalación cultural o estética, lo que hoy ese género artístico intenta
realizar, en un mercado se hacía, con multitud de historias. Se podría narrar y
contar la vida de cada país, según sus mercados, pasando por los mercados en
las plazas de los pueblos, no techadas
temporales, sino plazas en sí fijas, después en edificios techados…
Algunos dicen, que los mercados
se han ido adaptando a las culturas, y, otros que las culturas se han ido
adaptando a los mercados. Quizás, como en todo sea la combinación de todo. Cada
tiempo va imponiendo su impronta en cada cosa. Lo que sucede en cada tiempo,
aunque no queramos, es que se producen cientos de cambios. Unos pequeños, otros
medianos, otros grandes. Se interrelacionan nuevos cambios entre sí, y, se forman
nuevas realidades. Las famosas sinergias, concepto nuevo que ha surgido para
reflejar una realidad antigua…
Este Mercado de San Agustín, con su bóveda, que por un lado parece un
hangar de aviones, por otro lado una nave de una iglesia. Ahora que tanto se
valora la gastronomía, que han crecido como enormes ramos de flores, decenas de
fiestas y ferias gastronómicas. De alguna manera, me da la sensación que se ha
olvidado la importancia de los Mercados de Abastos en este tema de la
gastronomía, una realidad, que debe estar metida en el fondo más profundo de la
historia humana. Dónde hubiese cincuenta casas, un poblado de cincuenta casas,
posiblemente existiría al menos un día cada cierto tiempo, un lugar que cada
cierto tiempo se compraba y se vendía.
Porque no es cierto, eso que se
dice que cada hombre o familia sabía hacer todo lo que necesitaba. No es
cierto. Siempre hemos necesitado de los productos que otros seres humanos
creaban o inventaban o criaban… en los alimentos también… Además de la necesidad
de disponer de dinero líquido, dinero en plata o en moneda, y, no solo
mercancías… posiblemente desde la prehistoria haya habido lugares o tiempos,
aunque sea una vez en los solsticios, donde se intercambiaban o trucaban
productos, quién sabe si se hacían matrimonios, quién sabe… la necesidad del
mercado, de intercambiar mercancías está en la profunda historia de la
humanidad. Cosa que quizás no hayamos valorado…
Dicen que los creadores de rutas
turísticas siempre están buscando nuevas ideas. Pues aquí tienen una, creen Rutas Turísticas de Mercados, visitar
ciudades con mercados, y, en ellas entrar en otros monumentos. Pueden crearse
por Regiones, en las grandes capitales, si todavía se conservan varios, pueden
ser de la ciudad, o por provincias… Quizás, los hombres cometan un error, que
lo que es normal y rutinario, lo que llaman una palabra adjetivo prosaico,
término que no me gusta, porque en esa realidad que permanece tanto tiempo con
nosotros, como es en este caso, los lugares de compra y venta de mercancías
alimentarias. Cuándo han durado de una manera o de otra, siglos y milenios, que
cada cultura ha ido adaptando de una manera o de otra –recordemos los grandes
zocos todavía existentes en la cultura islámica, que al final, son Mercados de
Abastos y de otras mercancías…-.
En el Mercado de Alimentos, sea
en su forma de siglos, de puestos temporales, que se quitaban y se ponían, que
se celebraban uno o dos días a la semana, o en Mercados Techados y permanentes,
que se vendían todos los días. Por esta característica se hicieron… de mercados
en plazas públicas, que vendían un día a la semana o dos, se pasó a todos los
días, y, de estos se hicieron los Mercados Techados, Mercados de Abastos
Municipales… en esta realidad tan humilde y modesta, está representado mucho
del ser humano. No hemos valorado lo suficiente estas realidades sociales,
económicas, culturales… Es cierto, que el que vende un producto quiere obtener
un dinero, el que compra necesita ese producto. Pero no solo existen relaciones
económicas… En todo mercado se han desarrollado muchas historias, muchas vidas
humanas, muchos tiempos, muchas alegrías y también penas…
Quizás, la sociedad no ha
valorado lo suficiente, a las personas que han dedicado años y lustros y
décadas, con frío y calor, a comprar productos para vender, y, vender productos
a las personas que necesitaban para alimentarse. Quizás, hayamos padecido una
deficiencia en la Península Ibérica, quizás en todos los territorios del mundo,
que no hemos valorado a las personas que han ejercitado miles de oficios y
profesiones. Miles de oficios humildes. Pero que entre todos han formado y
conformado esa tela de seda y de piedra y de hierro que es la vida social. Los
Mercados de Abastos son un claro ejemplo. El
Mercado de San Agustín merece ser visitado, Merece que usted compre
productos en ellos, aunque sólo sea por la historia que tienen, quizás porque
recuerde que su madre o padre o abuelo o bisabuela compraron también en este
lugar. Paz y bien…
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Fin artículo 5.064º:
“Mercado Municipal de San Agustín
de la Coruña”.
E.
31 agosto