Artículo 5.082º: “Dirán: Mete más carne y sangre en el asador de las palabras”.
Dirán algunos que como
articulista soy de tercera fila, porque todos o casi todos insertan más sangre,
vísceras, nervios en los artículos. Es decir, perciben más lo negativo de todo.
Lo
negativo de todo, pueden ser personas y personajes, pueden ser figuras de la
alta responsabilidad política o económica o cultural o social o religiosa, o
pueden ser ideologías o siglas o colectivos o grupos o culturas o metafísicas
o... De tal modo, que si juegas en esta cancha o en esta plaza de toros o foro
público, tendrás adversarios, o incluso más allá de los adversarios, pero
tendrán persona que se acercarán a ti. Serás de los suyos, ellos te
identificarán de los suyos, porque aunque no tengas la misma cartilla de ellos,
ellos y ellas sentirán que atacas con palabras a los supuestos adversarios de
ellos. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, según parece ser es un proverbio árabe,
aunque también indican que existe un origen chino, también hindú. Bueno, como
todo lo que tiene éxito, está primero anclado en la antigüedad más profunda,
segundo, tiene muchos padres –aquello de los griegos, la victoria tiene muchos
padres, la derrota es huérfana-.
Creemos
que las ideas son nuestras, o de nuestro siglo, pero las ideas como las piedras
de los ríos llevan muchos kilómetros de años dando vueltas, se van
transformando, se van limando, se van perfeccionando, se van endulzando muchas
veces. Pero no cabe duda, que las ideas-conceptos es una parte o una dimensión
de la realidad, igual que lo es la Naturaleza, igual que lo es el ser humano
dentro de la Naturaleza aunque con cierta autonomía, y, lo mismo que lo son las
cuestiones Metafísicas, tengan realidad real o solo tengan realidad para el
corazón de los seres humanos…
Evidentemente,
en estos años y lustros he llamado a muchas puertas. Y, de alguna manera, pues
nadie las abre. He llamado a puertas del periodismo nacional, de audiencia
nacional. Un pequeño sueño, no sé si debo decirlo: me gustaría que en uno de
esos medios de comunicación, sea papel o digital, me gustaría, los años que
todavía me queden de respirar en este mundo, publicar dos o tres o cuatro
artículos cada semana. Supongo que no duraría mucho tiempo y espacio, quizás,
tres o siete u once, trece o diecisiete años… ¡No lo sé…! Quizás sea un sueño
sin sentido, también me gustarla, que el segador reciba su salario, el segador
de palabras. Considero el artículo un género literario, en mi caso no solo
literario y de/sobre temas de la realidad, más que sólo actualidad, en mi caso,
literario y temas de la realidad y con gotas suficientes de filosofía… Existen
diversos estilos, éste es uno…
Pero
dirán que me falta acidez, veneno, acero en las palabras, en las ideas, en las
formas, en el corazón, en los artículos, y, por tanto, no tienen suficiente
audiencia, entre otras cosas, porque no disponen de esos ingredientes… Lamento
por mí, y, lo lamento por ustedes, porque creo que no es que sea mejor que
nadie, ni más que nadie, pero esta mirada y perspectiva y dimensión, ha estado
en el articulismo de opinión español desde hace siglos, siempre han existido
autores más filosóficos, más razonadores, más prudentes –sin que nadie se
sienta ofendido-. Siempre ha habido autores y autoras, que les ha gustado más
el azúcar que el vinagre, o al menos, una parte mayor de miel que de veneno…
Percibo
errores en mí. No sé, no sé si ustedes se examinarán a sí mismo a análisis, a
evaluación, a autoevaluación, a examen de conciencia, a examen psicomoral, etc.
Tiene muchos nombres esta operación psicomental. Pero si lo hace de vez en
cuando, se dará cuenta de sus aciertos y sus errores propios. Por tanto, si uno
es capaz de percibir los propios errores, con más facilidad percibe los errores
de los demás: errores intelectuales, errores conceptuales, errores
psicológicos, errores morales, errores vivenciales, errores en sus palabras,
errores en sus actos… y, esto aplicado al que pasa al lado tuyo y te saluda con
buenos días, como aquellos que ostentan responsabilidades altas, en unos campos
y en otros…
Es
cierto, que se escribe para buscar verdades y bienes y belleza. Pero al
hacerlo, hay que poner matices a las cosas. Te equivoques o no, aciertes o no.
Dices cosas sobre realidades, por muy abstractas que las expongas, siempre
gustarán a unos y menos a otros. Es más, la realidad humana es compleja, tiene
muchas aristas. Un artículo tiene ochocientas palabras, no pueden expresar toda
la realidad de una cosa, ni siquiera si hablase de un cuchillo y un tenedor y
una cuchara, no sería capaz de expresar todo sobre ello. Cómo cuando de joven
leí, un artículo de Ortega y Gasset
sobre los marcos de los cuadros. Debo indicar, que redacté dos, dos artículos,
porque uno se me borró, y, tuve que redactar otro, “sobre la punta de un
lápiz”. Para mostrar que se tenía capacidad de hacer esta temática y cualquier
temática –igual que los pintores abstractos, algunos, pintan algunos cuadros
realistas, para demostrar que son capaces de hacer ese estilo, pero no
quieren-.
Podría
hacer que las frases, como la carne, se les notaran venitas de sangre, de agua
o suero con sangre. Podría hacerlo. Pero no lo hago, no lo haré, si es que no
pierdo la cabeza, o las circunstancias se me ponen tan difíciles y tan duras,
que no tengo más remedio. No deseo hacerlo.
El precio que pago, estimado lector y lectora, es muy grande: no me
publicarán en los grandes periódicos con gran audiencia, segundo, los artículos
que escriba y he escrito se perderán. Al final, no interesarán a las
generaciones futuras.
Pero
siempre es la misma historia, son las tentaciones del Nazareno en el desierto. Son las tentaciones de todos y de todas.
Cada uno, sufrirá las suyas… Aviso a navegantes…
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caminero (31 agosto 2025 cr).
Fin artículo 5.082º:
“Dirán: Mete más carne y sangre
en el asador de las palabras”.
E.
07 septiembre