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Artículo Periodístico 4.145º: “Orando y rezando en los muros de Cáceres y, II”.

                         Artículo Periodístico 4.145º: “Orando y rezando en los muros de Cáceres y, II”.

Los rezos con música, rezar cantando, rezar dos veces, según el adagio de Benito de Nursia, patrón de Europa, patrón santo y santo patrón.

Rezar y orar es hablar con el interior de uno mismo, es orar y rezar con la Suma Trascendencia, es estar y ser con uno mismo, es intentar y ser y estar con el Buen Dios, sin olvidar las cosas de la tierra, la cosa de los hombres en la tierra… es hacer lo pequeño grande, y, lo grande pequeño, es la lucha con la tentación profunda que emerge de dentro y la tentación que surge de la serpiente antigua. Es luchar siempre por la fe, la esperanza, la caridad-amor-amar, en ese silencio, en ese desear lo bueno para todo y para todos, es rebuscar en lo profundo del minuto, lo eterno de la eternidad. Es ser y estar en el corazón de uno mismo, para estar en el Corazón del Ser Supremo, sin olvidar las realidades humanas y las naturales y de los corazones de sangre y tierra de los que están a nuestro lado.

Es la esperanza de saber que existen personas todavía que buscan la verdad y la Verdad, la belleza y la Belleza, la bondad y la Bondad insertadas en cuatro piedras formando rectángulos y cuadrados de mampostería, en círculos cuadrados de la búsqueda del Ser y del Agua que nunca cansa, el Buen Dios. Recorriendo los muros interiores de Cáceres, la Concatedral de Cáceres-Coria o Coria-Cáceres, Santa María. Cuántos cientos de miles, millones de seres humanos habrán pasado en su seno, durante siglos, para dar gracias, para llorar, para pedir, para mirar, para ser vistos, para esperar de Dios algo y Algo. Cuántos pasarían sabiendo que era la última vez, ya sabrían que no saldrían de sus casas, por enfermedades o por edades longevas, y, ya sabían tendrían que estar pronto mirando su propia conciencia, ya sin engaños y sin mentiras y sin autoengaños y sin automentiras… ante el Tribunal del Buen Dios…

Los dos viajeros han visitado varias veces, esta ciudad, surgidos y nacidos del este de esta localidad y de esta provincia y de esta región, pero han visitado estos lugares, varias veces. Y, ya no saben si volverán, pero está y están en el recuerdo estos lugares y estos espacios y estos tiempos. Cuatro piernas y dos cabezas, de tantos millones que habrán ido recorriendo estos muros, algunos riendo y otros llorando y otros rezando y otros comiendo, unos en virtud, y otros en desvirtud. Porque toda ciudad es el gran teatro del mundo, en cada una de ellas, se encierran las historias de la realidad y de lo real. Desde Catal Huyuk y Mohenjo-Daro, hacemos posiblemente lo mismo o casi lo mismo.

El Cristo Negro que tantos ojos han mirado, que tantas lenguas han pedido, que tantos oídos han escuchado, que tantas lágrimas han acompañado. Cada vida tiene momentos de fulgor y claridad y luz, pero también de obscuridad y negruras y sombras y lloros, de esperanzas y desesperanzas, y, este Cristo, como tantos cientos de miles que recorren este planeta, en cientos de miles de ermitas, capillas, iglesias, catedrales de hoy y de ayer, tienen el fin y la finalidad y la meta, de escuchar y oír las alegrías y las penas de los corazones humanos. Es, semejante y parecido aquello con nos cuenta Edith Stein, que vio una mujer del pueblo, llorosa pasar a una iglesia, y delante de un Cristo lloraba, y al rato salió por la puerta con una tranquila sonrisa y una sonrisa tranquila. Edith Stein, judía y católica, mártir y carmelita orante y santa y cenizas en Auschwitz,  pero cielo en el Cielo para millones de personas. Este es el misterio de los rezos y es el misterio y el enigma de estos templos que están en todas las geografías… Santa Edith Stein o Santa Teresa de la Cruz, patrona de Europa como Benito de Nursia.

Caminamos hacia las Clarisas de San Pablo o de San Pablo de las Hermanas Clarisas, aquí entre los muros de aire y piedra y sal y tierra. Al lado y frente de la iglesia de San Mateo, en lo alto de la ciudad de piedra y sueños y vuelos y aires y corazones, se encuentra este convento-monasterio de Clarisas, de aquella Santa Clara de Asís, de aquel San Francisco de Asís…

Cinco siglos llevan sus rezos en estos hontanares, cinco siglos de aquellas yemas de huevo y esos huevos para que el día que dos seres humanos se besan para unirse en esta tierra y disponer de descendencia, donan, según costumbre ancestral a los conventos de Clarisas, para que recen, para que les haga buen tiempo y sobretodo para que sean felices, dentro de las tristezas de la vida, que cumplan con sus deberes de esposo y esposa y con los hijos nazcan y vivan sanos de alma y carne. Es la historia de la humanidad, es siempre casi la misma, vivir y existir con dignidad y honestidad en este mundo, y vivir y ser y estar eternamente con el Buen Dios.

Un convento es una fábrica que nos muestra lo Trascendente y la Trascendencia en lo pequeño de la tierra, un monasterio es una ciudad pequeña de Dios en esta tierra de adobe o de piedra, de frío o de calor, en medio de todas las tentaciones que sufren los hombres, que sufren las monjas, porque los que buscan a Dios, deben saber que se enfrentarán a la serpiente, y, la serpiente lucharán contra ellos y ellas, de mil modos y mil maneras, con angustias y penas y desalientos y desesperanzas, siempre estarán luchando para conquistar virtud en la Virtud del Buen Dios…

La esperanza del interior, la alegría del interior, la fe del interior, el amor-amar del interior. Existen patrimonios materiales y existen patrimonios espirituales y del espíritu. Pasamos al lado de edificios, en casi todas las ciudades de esta Celtiberia de siglos, y, no somos conscientes que en ellos y en ellas, existen pequeñas islas de personas que buscan al Eterno Dios. Que nos dicen, que el hombre ha hecho enormes cosas buenas y enormes cosas malas. Pero que al lado nuestro, quizás oigamos sus campanas, existen seres que buscan la verdad y el bien y la bondad y la belleza en el Ser Supremo, y en todo lo bueno de cada ser humano…

El silencio del amor y del amar es la gran sinfonía del mundo. Este convento como tantos otros, nos enseñan la conquista del silencio por lo humano. Ahora de tiempos que ves caminar por la calle, siempre personas hablando o leyendo esos artilugios de telefonía móvil informática. Ya, demasiadas personas, no perciben lo de alrededor, no se fijan en lo pequeño, ni en lo mediano de fuera. No se nota que vayan pensando y pesando sus y en sus corazones, siempre hablando con alguien, que estará a mil por mil metros o quizás a unos cincuenta. Porque todo se produce y reproduce y también la conquista del silencio, más difícil que la del Oeste americano. Estas monjas, y, tantas otras, mientras que existan nos están enseñando que el hombre/mujer no es solo voz y solo palabra exterior, sino voz y lenguaje interior…

El tiempo no se debe perder, ni derrochar, ni destruir, ni mal utilizar. Se puede y se debe descansar, porque el cuerpo y la mente, la carne y el alma tienen que descansar.

Las “Yemas de san Pablo” como si fuese la Capilla Sixtina de la gastronomía de la repostería, llenas de colores y sabores y tactos y olores. Todo lo hecho por las monjas tiene el color y el calor del amor y del amar, del trabajo que busca estar bien hecho, pero que no es solo azúcar humana, sino Azúcar del Buen Dios.

Acérquese a su ciudad, o a una ciudad más cercana, existirá algún convento de clausura, y, casi con toda seguridad, esas monjas harán algún tipo de dulce y dulzaina que les sirve para vivir y sobrevivir en estos tiempos. Así, quizás, usted entienda y comprenda otros modos de vivir y existir honestos y positivos en esta vida. Quizás, usted aprenda esperanza en el vivir rutinario y diario. Cuántos males se evitarían si miráramos más y mejor a los conventos y monasterios que están alrededor de nosotros, esos conventos y monasterios cristianos, que están a mil metros o a diez mil metros o a cien mil metros…

También estas monjas hacen y nos hacen dulces, recordando a Pablo de Tarso o Saulo de Tarso, el que no trabaje que no coma. También esta lección hay que aprenderla y aprehenderla, toda persona sana y adulta tiene que colaborar al bien propio y al bien de los otros, con su trabajo, con hacer algo útil y legal cada día. Porque hablamos mucho de lujuria y envidia en nuestra sociedad, y, de avaricia, pero olvidamos que la pereza-acidia es también un mal importante, a combatir dentro de uno mismo y fuera de uno mismo…

http://youtube.com/jmmcaminero        © jmm caminero (04 marzo-08 abril 2024 cr).

Fin artículo 4.145º: “Orando y rezando en los muros de Cáceres y, II”.

E. 08 abril 2024 a Infoprovincia.net. Tarancon Digital.es.

Humor 2.271 a 2.277.

                            Humor 2.271 a 2.277.                         71. Humor 2.271 [1] .                           72. Humor 2.272...