Artículo Periodístico 4.160º: “Lo que se sabe y se calla y Arrabal”.
Dicen, que el mayor temor en
todas las entidades de todo tipo, pongamos por caso, las culturales, es que un
día, miles de autores/as, pongamos el caso, cuenten sus experiencias reales.
Dicen, no sé si es cierto o si es
verdad, que existe un muro de silencio o de semisilencio en todas las
realidades humanas, empezando por la familia en sentido amplio, no solo
nuclear, en todas las entidades de trabajo, en multitud de entidades sociales,
y, desde luego culturales.
De las culturales, diríamos que
es mi modesta especialidad. Dicen, que una de las cosas que más se teme, es que
un día, se digan a sí mismos, con verdad y veracidad y honestidad, sin engaños
y sin mentiras, sin inquinas y sin rencores, se digan a sí mismos, empecemos a
redactar y escribir, mis experiencias en el campo cultural, día tras día,
semana tras semana, mes tras mes, pongamos por caso, de cinco años o de veinte
años.
Y, esto lo hagan en todos los
campos culturales y en todos los oficios culturales, sean en la enseñanza, sea
en las artes plásticas, sean en la literatura, sean en la música, sean en el
diseño y moda, sean en… Y, además de todos los oficios culturales que están
dentro de ellos: directores de revistas, de museos, autores y autoras,
críticos, marchantes, comentaristas, articulistas, etc.
Se dice, que si un tanto por
ciento de esas entidades y de esas áreas y de esas disciplinas se pusiesen y
contasen, de verdad sus experiencias, que el mundo temblaría, que serían como
aquellos diarios de niños y adolescentes, que quedaron de la segunda guerra
mundial. Que en la realidad cotidiana, se cuentan de verdad historias, que nos
parecerían alocadas. Diríamos un ejemplo, que es y creo que es verdad, un
“artista plástico que envió un año en sobres, cincuenta dibujos
aproximadamente, a cada una de unas cincuenta galerías de arte nacionales e
internacionales de ARCO, a ver si
alguna quería oír su voz”. Y, así, podríamos oír y cantar otro mundo.
La sociedad se enteraría de que
el mundo del toreo no solo son las grandes espadas y las grandes plazas de
toros y los grandes comentaristas de esos hechos y los grandes empresarios y
los grandes públicos, sino que existen cientos de otras voces y manos, que han
intentado ser toreros, y, algunos, se quedaron en banderilleros, otros, solo
miran desde la lejanía, a veces, debajo de un vaso de vino diario, aquellas
esperanzas de juventud.
La realidad humana tiene muchas
dimensiones y vertientes y factores y realidades. Muchas. Muchas y muchas. Un
genial ente cultural, sea el que sea, que es dirigido y gestionado por una
persona excelsa, que merece todos los premios y laureles y categorías y
honores, puede ser que también haya dejado en la cuneta de la historia, a
algunas personas, no por buenos motivos, sino por mil otras razones, -no
totalmente confesables, como inquinas-maledicencias-envidias-odios-rencores
personales-.
Existen muchos colores en la
vida, muchos, pero también muchos negros y muchos grises. Solo hemos sabido de
los grandes colores. Pero miramos atrás, a los grandes pintores del
Renacimiento, pongamos cuatro siglos en medio. Y, ya se van conociendo grandes
obras de sus grandes ojos y manos y cerebros, pero también, algunos tuvieron
grande sombras y negruras…
Todo esto me ha venido a
recordar, al mirar y enfrentarme en el espejo, de un artículo o texto del gran Arrabal que de alguna manera, siempre
quiso estar en el arrabal de la historia, titulado: La concurridísima vida íntima de
la escritora contemplada por su compañero enamorado. En dicho artículo-texto
el genial Arrabal, nos comenta un
libro, nos comenta un comentario como una sinfonía de distintas voces, y, como
siempre, no conozco el libro del comentario, ni sé muy bien, hasta dónde llega
el texto de dicho libro y hasta dónde la imaginación pánica-surrealista del
maestro de la literatura Arrabal.
En este libro que a su vez
comenta el escritor Fernando Arrabal –bien
haríamos hacer una Fundación, aunque sea virtual, aquí en su terruño de
nacimiento-, nos narra la supuesta vida sexual y amorosa de una tal escritora Catherine M. No realizo este artículo,
modesto y humilde, como todos los que surgen de esta pluma-pincel-teclado de
ordenador, no me interesa, en estos momentos, narrar o contranarrar hechos
sexuales, sino que nos fijemos en la idea y concepto y pregunta y cuestión:
¿Qué sucedería, si en verdad y veracidad, un tanto por ciento, digamos un uno
por ciento, contarán sus experiencias, hayan sido panaderos, hayan sido
pintores, hayan sido consejeros políticos, hayan sido maestros, hayan sido
agricultores…!
Creo, sinceramente, que el mundo
estallaría por dentro. Porque en todos los campos, en mayor o menor grado se ha
instalado un muro de silencio. No del silencio total y absoluto, pero si de un
grado enorme de silencio. En todos los ámbitos, en muchos campos, entra en la
firma de contrato, en otros, es un secreto o discreción de un grupo. Y, en ese
secreto discreto o discreto secreto, existen muchas veces, muchas injusticias y
mucho dolor y mucha pena y mucha iniquidad, grandes o pequeñas o medianas.
Otras veces, existe una
racionalidad prudente del prudente silencio y discreción. Ya, tendríamos que
mirar cada caso y oficio y persona y situación y tema, porque en todo hay que
combinar la realidad-verdad con la verdad-bondad, y, porque hay secretos que
hay que mantenerlos para que no hagan más daño a las personas.
Pero qué ocurriría si un uno por
ciento de los que han querido ser escritores, pintores, músicos, profesores,
ensayistas, diseñadores y mil otros oficios de la cultura y de todos los
oficios de cada saber o género, contarán de verdad sus experiencias. Qué
sucedería…
La historia y la Historia en
todos los ámbitos siempre la escriben los que ganan y la ganan, aunque a veces,
primero las ganan unos, después, las ganan los otros. Pero siempre queda los
que las ganan.
http://youtube.com/jmmcaminero © jmm caminero (06-15 abril 2024 cr).
Fin artículo 4.160º:
“Lo que se sabe y se calla y
Arrabal”.
E.
15 abril