Artículo Periodístico 3.925º: “Gastrococido de Lalín, II”.
En
la Península existen diversos cocidos: el de Lalín, madrileño, lebaniego,
maragato, andaluz, montañés, de pelotas, gallego, castellano, extremeño,
escudella…
También
a la portuguesa, rasol, olla podrida, puchero andaluz, berza jerezana, pote
asturiano, puchero valenciano, y fuera de Celtiberia: cocido o caldo de res de
Guatemala, sancochado peruano…
El
cocido es sumerger en un recipiente distintos vegetales y distintos alimentos
de los que se dispusiesen, con lo cual, al ser un instrumento y técnica muy
antigua, es fácil, que haya dado una enorme variedad de posibilidades. En
general, se le denomina cocido a los que se utilizan ingredientes de
leguminosas: garbanzos, alubias, y, sobre esas bases se le van añadiendo las
posibilidades de la época y del tiempo y de la cultura…
Siempre
se ha pensado que es y era un plato completo, al utilizar diversos
ingredientes, como vegetales y productos animales, con lo cual, era muy
calórico, no olvidemos, que las jornadas de trabajo en el pasado eran de sol a
sol, trabajos físicos muy duros, y, en los inviernos, eran fríos y lluviosos.
Con lo cual, el ser humano tenía que luchar constantemente porque la cantidad
de calorías siempre fuesen las suficientes…
Todo
fluye, nos diría el pensamiento antiguo griego, Heráclito, panta rhe, y, por consecuencia la comida es el ejercicio
de la evolución constante, o, se produce ese doble movimiento, el cambio
constante, y, al mismo tiempo ir fijando formas y maneras. Con lo cual, se
parece a un arbusto o árbol, de una raíz común se va derivando distintas
posibilidades, según el talento y la mano de los autores y autoras de las
comidas, según las circunstancias y tiempos y climas y alimentos disponibles.
Es obvio y evidente, que con el descubrimiento de América, se abrieron nuevas
posibilidades de ingredientes, especialmente la tortilla. No hay comida hoy,
que no tenga patatas o casi no existe. De una manera o de otra. El cocido en
casi todas sus formas o maneras, antes señaladas…
En
la alimentación actual occidental luchan como dos principios, que podríamos
resumir y sintetizar, por un lado, estarían mantener formas tradicionales de
pucheros, asados, cocidos, y, por otro, las innovaciones, que ahora existen
bajo la cocina del autor y de la invención, que dispone de grandes cocineros,
con fama internacional, que han creado nuevos platos, nuevas técnicas de
cocinarlos, nuevas presentaciones, nuevas formas, que están intentando y, creo
ya lo han conseguido que la gastronomía, no solo sea un alimento y una forma de
alimentarse y de vivir y sobrevivir, sino que sea también un Arte. Diríamos que
las vanguardias y sus ismos y sus manifiestos y tendencias, que se produjeron,
primero en las Artes Plásticas han ido atravesando el resto de las Artes, la
Literatura o Letras, la Música, el Movimiento o la Danza, y, por fin, la comida
y el alimento y la gastronomía…
Pero
no debemos obviar, ni olvidar, que incluso si un ser humano degustase una
comida tradicional diferente cada día, y, viviese setenta u ochenta años, y,
esto lo hiciese desde los veinte años, no tendría suficientes días para probar
todas las comidas y alimentos y guisos y platos que la invención humana ha ido
creando a lo largo de milenios. Diríamos, que la gran cocina de autor actual,
por un lado, está llevando la invención a nuevos derroteros, y, por otro lado,
lo tradicional, con modificaciones lo está exponiendo de otro modo…
También
se produce un cambio, que no es pequeño, ha entrado las campañas de las dietas,
sean por motivos médicos, sean por motivos de salud y medicinales, sean por
motivos de belleza y de estética del cuerpo. De alguna manera, ese ideal del
mundo griego antiguo, de la belleza del cuerpo se ha extendido, al menos en
Occidente, como un enorme huracán. Hoy, una parte importante de la economía
mundial, pende sobre esta idea, que se puede denominar de muchas maneras y
formas y modos, y, tiene una enorme cantidad de matices, pero es el culto al
cuerpo, el culto a la salud, el culto a la belleza.
Con
lo cual, las comidas tradicionales, incluso en sus formas tradicionales, el
mismo cocido y todos los cocidos posibles, con base en garbanzos y carnes y
carnes de cerdo, los cocineros, se ven obligados, por salud y por belleza,
disminuir las calorías, disminuir el ingesto de calorías, para que las personas
no crezcan sus vientres, ni sus glúteos, ni sus muslos en formas no adecuadas…
Hoy,
la comida se enfrenta, no solo a la necesidad de vivir y sobrevivir, no solo a
una dieta saludable, sino a una dieta que incentive la belleza física y la
estética física –quizás, como todo ismo, habría que poner un límite, porque el
ser humano está hecho de muchas variables y características, y la belleza
física o el cuerpo físico es uno o una más, existen valores del cuerpo y de la
carne, pero también de la mente y de la inteligencia, también del espíritu y
del alma, también de la cultura, también de la sociedad…-. El ser humano, un
hombre o una mujer, es más que su belleza. La belleza solo es una partecita, el
hombre o la mujer es no solo la belleza del cuerpo, sino la belleza de su
corazón, la belleza del alma, la belleza de la inteligencia, la belleza de la
cultura, la belleza de la mirada, la belleza de la sonrisa, no solo es la
belleza de la piel…
Volvamos
a la racionalidad y el sentido común y a la prudencia y a la moral correcta,
también en los alimentos y en la comida. No solo veamos el exterior de las
personas, sino también el interior. Y, un cocido bien hecho, puede darnos una
sonrisa, y, también la sonrisa y la esperanza de la sonrisa, en tiempos,
tiempos grises y de nubarrones y de colores, también es necesario. También es
una necesidad humana…
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (29 nov.-04 dic. 2023 cr).
Fin artículo 3.925º:
“Gastrococido de Lalín, II”.
E.
04 noviembre