Artículo Periodístico 3.944º: “Vivió consigo mismo”.
Frase
que se le achaca a los anacoretas, eremitas, monjes de los primeros siglos del
cristianismo, especialmente a San Sabas
de Mutalasca cerca de Cesárea de Capadocia (439-532)
Vivir de forma adecuada y
racional y moral consigo mismo, es y ha sido un ideal, confeso o no confeso,
consciente o semiconsciente en la mayoría de seres humanos. Estar contento
consigo mismo, estar consigo mismo conociéndose, estar en sí mismo de forma
racional y moral. Quizás, en cierto modo, los monjes y monjas, sean de Oriente
y de Occidente, lo que buscan y rebuscan en sus vidas de penitencia, oración,
trabajo, sea en forma de eremitas o ermitaños, anacoretas, sean en comunidades
o cenobios sea esto.
Como ustedes saben, en los
primeros siglos del cristianismo se creó una serie de comunidades religiosas
que fueron pasando de anacoretas o ermitaños, a pequeños monasterios o
cenobios, en todo el Mediterráneo Oriental, que podría abarcar, el Egipto
romano, especialmente los desiertos, la zona de Oriente Medio alrededor de
Jerusalén y Siria, y, también algo de la actual Turquía. Después este
movimiento se extendió, especialmente en forma ya de monasterios o cenobios,
con reglas a Occidente del Mediterráneo.
Conocerse a sí mismo o conócete a
ti mismo, el oráculo de Delphos,
tantas veces, repetido o se le achaca al viejo maestro Sócrates, que no dejó ninguna palabra escrita, posiblemente,
quizás, porque no sabía leer, o por otras mil razones. Es una variedad de este
estar consigo mismo, vivir consigo mismo del anacoretismo y cenobitismo
antiguo. En estos tiempos surgieron enormes figuras, que algunas trascendieron
durante siglos, y, otras se han olvidado, quizás, debido a los percances de la
historia, pero que los coptos, todavía cristianos ortodoxos, recuerdan, san Pablo el ermitaño, san Antonio Abad,
san Menas, etc., -muchos se conmemoran en enero y febrero, cuando fallecieron,
quizás, por el aumento de frío y el aumento de los años-.
Hace unos meses, si mis datos son
ciertos, solo existían en el mundo unos trescientos monjes varones cartujos,
quizás la orden religiosa cristiana católica más estricta, estos que siguen
siempre buscando y buscándose en el interior el misterio de Dios, buscar a Dios
en el interior. Esos que van buscando el centro cada vez más el centro en el
silencio y en la oración y en el trabajo... Irse conociendo en Dios y con Dios…
En definitiva, irse conociendo en
las profundas emociones, profundas ideas, profundos sentimientos, profundas
pasiones, profundos libidos… y, al conocerse y conocerlos, autocontrolarlos de
forma correcta, con la racionalidad humana, con la gracia del Buen Dios –aunque
usted no crea en esta variable de la ecuación, tiene que abrirse la mente para
comprender la conciencia de otro ser humano, y los monjes y monjas, cientos de
miles que han existido en Occidente, desde la antigüedad, esa era una de sus
búsquedas, fines, metas, orientaciones, concepciones…-. Vivir consigo mismo de
forma moral, no egocéntrica, no egoísta, sino en esa proyección de sí mismo y
en sí mismo y en la Trascendencia, y desde la Trascendencia irse viendo a sí
mismo. Como una flor ir abriendo capas de pétalos, cada vez más en y hacia el
interior…
No estoy invitando a la población
secular, que vive y existe en sus casas y en sus familias, con hijos o con
nietos o sin ellos, que dejen sus mundos y se trasladen a las celdas de los
cenobios, al lado de sus ciudades. En España, todavía existen, a menos de cien
kilómetros de sus lugares de residencia, pueden encontrar alguno. Pero si esa
necesidad de volverse a sí mismo, de forma ortodoxa, en los deberes y derechos
de la vida normal y rutinaria, se sea agnóstico o ateo o creyente en una
religión o en otra.
Muchas veces, me digo a mi mismo
y me pregunto, quizás las ciencias sociales humanas actuales, la psicología y
la antropología habrían aprendido mucho de la conciencia y consciencia e
inconsciencia humana, si se hubiesen acercado a las experiencias, ideas,
conceptos, límites a los que han llegado durante siglos, los monjes en sus
monasterios. Que han existido en Occidente, de distinta diversidad y
organización y carismas, desde el siglo tercero de nuestra era. Primero en forma,
de ermitaños solos, después, formando pequeñas comunidades de agrupamientos,
luego con reglas normativizadas…
Hoy, son malos tiempos para vivir
con uno mismo, conocerse a si mismo. Hoy, un sujeto, aunque apenas hable de
forma oral natural con más de diez personas al día, puede recibir en sus
receptores electrónicos información y notas y noticias y requerimientos por
decenas o cientos cada día. Hoy, quizás, el mundo no deja a la mente y
conciencia humana, a tener tiempos de reflexión y de autorreflexión, de estar
consigo mismo… De estar sentado en su sillón, de forma natural, no hacer nada
raro, ni nada excepcional.
Y, dejar que su mente profunda,
sus recuerdos profundos emerjan, para irse conociendo a si mismo. Para ir
viviendo consigo mismo. Hoy, es difícil. Tanta información nos llega por los
receptores de todas las formas y colores. Caminas por la calle, y te cruzas con
diez personas, y, la mitad al menos, van hablando con su receptor y emisor
electrónico, algunos escribiendo, otros hablando, unos riendo, otros medio
entristecidos... Hasta los mendigos en las aceras, muchos, están con los
móviles…
Hoy, nos vamos alejando de
nosotros mismos, y, por tanto, nos vamos alejando del autoconocimiento de
nosotros mismos, podemos conocer y saber muchas noticias exteriores, pero no
dejamos que el interior nos hable, sin negar nuestras obligaciones familiares y
laborales normales, cada uno, según su estado de vida… hemos olvidado el vivir
consigo mismo, de forma racional, natural, humana, cada uno en su estado de
vida, cada uno en y con sus obligaciones… cada uno, en su hogar, casa, familia,
trabajo, pueblo, barrio, ciudad… cada uno, sin hacer cosas especiales y
singulares y raras, solo vivir y vivir con uno mismo… ¡Al menos un rato cada
día…!
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (05-11 diciembre 2023 cr).
Fin artículo 3.944º:
“Vivió consigo mismo”.
E.
11 diciembre