Artículo Periodístico 3.935º: “La rutina, lo pequeño, lo trivial y J. Leguina”.
Hay
seres humanos que buscan siempre lo nuevo y lo sorprendente, otros que piensan
que la normalidad es la sabiduría de los siglos, acercándose a Virgilio.
Otros,
seres humanos, buscan combinar ambos mundos, llevar una vida normal y
rutinaria, que no tenga demasiadas noticias notables, solo el transcurrir de
los tiempos y de las estaciones y de las biografías, y, otros, que siempre
están buscando novedad de sentimientos o afectos o decisiones.
Algunos
te recuerdan, ahora se cita mucho en mi terruño patrio, aquello del refrán o
axioma chino: “La naturaleza te guarde de tiempos importantes”. Porque los
tiempos que pasan a la historia y se mencionan, es que suceden muchas cosas a
las tierras, ideas, hombres, y a ti mismo. Y, tú, como yo, que formamos parte
del pueblo, pues queremos vivir una vida digna y honesta, sosegada y tranquila,
quizás, con algún episodio que cambie o transforme algo, la rutina de cada mes
o año. Pero cosa pequeña.
Supongo,
que en esto de la rutina y todo lo demás. Cada persona es un mundo y su mundo.
Cada persona se levanta cada mañana y se enfrenta a la realidad del yo y de las
circunstancias. Y, a la realidad de sus sueños y de sus recuerdos, de sus
deseos y sus fines, y sus vocaciones y sus proyectos… Cada uno, está en una
situación diferente. Dormimos con realidades y dormimos con sueños y dormimos
con deseos y dormimos con proyectos que deseamos materializar ahora o hace
tiempo…
En
este recorrido, imposible de agotar, que estoy haciendo por el articulismo de
esta Tierra de Conejos o de Piel de Toro
o de Iberia o de Celtiberia o de Hispania o España me he encontrado gratamente, con varios columnas y
artículos de Joaquín Leguina,
escritor y articulista y político, y, si mi memoria no me falla demógrafo como
profesión. Artículo publicado en El País,
el día y el año del Señor del ocho de diciembre de 1999, titulado: “El
mal de la trivialidad”. Es obvio y evidente, que la razón del
articulismo literario, es analizar o contar o narrar hechos y datos, pequeños o
grandes, y, cada autor con sus ojos, y cada autora con sus oídos, da su mirada
y perspectiva. Al final, mil palabras no pueden ser un tratado académico, ni
una tesis doctoral…
No
creo que la rutina y la vida normal y sosegada sean malas en sí. Pienso que lo
negativo es la “amoralidad o inmoralidad o antimoralidad” de una vida, sea
rutinaria o no lo sea, sea de grandes poderes o de bajos, sea de muchos modos y
medios o sea de pocos. Sea de mucha influencia o sea de pocas.
Quizás,
un hombre o mujer, que en la plaza del pueblo, o en sus calles que parecen
trechos de túneles en el espacio y tiempo, que pasa y se pasa sus últimos años
de existencia, viendo como se traspasan los ojos en las circunstancias. Que no
tiene ninguna realidad especial. Quizás, un hombre o una mujer que no redactará
ningún artículo o escrito o pintura o música o plato exquisito de mil
michelines... Pero que vive y percibe y piensa la vida y la existencia. Quizás,
quizás una vida así, puede que para los ojos de los demás, incluso para el
mismo sujeto, no tiene brillo, es rutina y silencio y soledad… llena de
trivialidades.
Pero
quizás esa vida, ha dejado el tiempo, se ha permitido ir profundizando en su
ser, en sus recuerdos, en sus deseos, en analizar conversaciones y frases y
hechos, que hizo el o ella misma u otros. Quizás, quizás entender el mundo mejor.
Quizás, curarse profundas heridas que el tiempo le ha ido causando, y solo el
silencio y la soledad y la rutina y lo normal, le puede ayudar a curar, como el
monje budista delante de su respiración en silenció. Aunque jamás lo plasme en
forma de escritura, ni de pintura, ni de música.
Jamás,
casi nadie sepa, el autoconocimiento y heteroconocimiento que ha podido llegar
y arribar. Quizás, ese viejecito, ya casi sin poder andar, que camina, cada
mañana desde su casa, a la plaza del pueblo, y allí se juntan cuatro o cinco o
siete de su misma edad. Va profundizando en el conocer del mundo, y de sí
mismo, más de lo que los demás podemos imaginar. Quizás más que el escritor o
fotógrafo o músico o filósofo o poeta o articulista que piensa que con su
técnica está conociendo el mundo en su profundidad y esencialidad.
Somos
modestos articulistas, y, debemos tratar multitud de temas, al cabo de cada
periodo de tiempo o año lunar o solar o bisiesto. De todos no podemos conocer
suficiente, de todos los temas no somos expertos, pero de todos hablamos
algunas palabras. Puede que la intención de unos y de otros articulistas sea
diferente, pero todo troceamos trozos de realidades con pensamientos e ideas y
percepciones y deseos y esperanzas...
En
el caso del que escribe estos renglones, la intención es aumentar algo el
conocimiento de la verdad y el bien instrumental y útil y el bien moral y
espiritual y la bondad y la belleza del que mira el mundo. Intentar que alguien
que se haya acercado a este pesebre y fuente de agua y trigo, diga o se diga,
no he descubierto grandes verdades, pero quizás, el mundo lo percibo con más
suavidad y sosiego, en medio de mil negocios de la vida, o, en medio del
espacio y tiempo de la última carrera en este mundo…
Un
artículo que el que lo lea, debe saber, no está hecho, ni basado, ni inspirado
por IA, sino por otro corazón humano. Por eso, tantas veces, termino los
artículos con Paz y bien, paz y bien…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (27 nov.-04.dic. 23 cr).
Fin artículo 3.935º:
“La rutina, lo pequeño, lo trivial y J. Leguina”.
E.
04 dic.
E.
11 diciembre