Artículo Periodístico 3.957º: “Soñando Albarracín y, III”.
Esos dos seres continuaron
recorriendo rincones y torcimientos de calles, paredes en alto, con distintos
colores, percibiendo interiores sagrados y seculares, utensilios y formas…
Alabamos lo rural, porque es la
sedimentación de siglos, lo rural con servicios modernos, con los mismos
derechos sociales que el resto de las grandes megalópolis. Porque vivir el
mundo desde los lugares pequeños, es comprender y entender mejor el mundo. No
hay tantas prisas, ni metros suburbanos,
ni grandes museos, ni millones de almas que caminan, solo viven y existen unos
cientos o miles, en marcos de sentidos. Sentidos y tiempos para conocerse y
mirarse el alma más profundamente. Estos lugares invitan, son como grandes
monasterios, con todas sus dependencias, pero viven no solo célibes, sino
personas con familias y sueños, personas que anhelan que vengan sus nietos,
familias que cuentan cuánto falta para Navidad o Semana Santa o el Verano que
arribarán a ella su hijo o su hija, que tuvo que irse a la capital más cercana
o más lejana, o quizás, a otra ciudad con otra lengua…
Las playas de las ciudades que no
tienen arena y mar, esas playas de decenas de ciudades, de cientos de ciudades,
de miles de ciudades, grandes o pequeñas, que apenas nadie las visita, pero que
también tienen su historia, tienen su corazón. Que quizás, ni siquiera, los que
la habitan día tras día, la valoran en todo lo que tienen. En toda
Norteamérica, no tienen nada más que cuatro cosas de cuatro o cinco siglos
realizada por occidentales, pero aquí, en cualquier lugar, tendrás un muro o
una casa o un objeto o una ventana que tiene tres o cinco o siete o diez
siglos… Y, todavía existe, dentro de un marco, que sigue respirando… Esos
lugares, que pueden estar habitados, mil años, dos mil años, tres mil años… que
han ido pasando sobre sus espaldas imperios, culturas, religiones, generales,
obispos, agricultores, guerreros, mujeres, hombres, alegrías y penas…
Me dicen que habitan este lugar,
mil almas con mil carnes y con mil mentes. Cada una soñando su camino, cada una
soñando su futuro, cada una caminando su pasado. Todo es la sonrisa de los labios
del pasado que se une con el presente y futuros posibles. Se habla mucho de
piedra y de historia y de vecinos famosos que se recuerdan, pero ese pueblo
anónimo o desconocido, que solo dan sombra durante unas décadas, ese pueblo,
que no todo es positivo, ni todo negativo, con sus bondades y sus menos
bondades, constituyen los garbanzos de la historia. Puedo hablar así, porque
yo, modesto escribiente, también me siento pueblo. No soy nada más que pueblo,
ser de pueblo que ha mirado mucho y pensado mucho y leído mucho y escuchado
mucho. Por eso, puedo hablar del pueblo, como algo mío, porque yo soy un
garbanzo más de ese pueblo, del pueblo general, aunque no del pueblo de
Albarracín, pero si del concepto pueblo… Con esto lanzamos una bandera que
flote a esos millones, cientos de millones que cada generación solo son y solo
somos pueblo, con defectos y virtudes, con sonrisas y lágrimas…
Todo el pueblo lleno de rojizo de
sus casas, mezclado con el verde del monte de los árboles, con el cielo azul o
gris o negrito según temporada, pero en medio la Casa Azul, como siempre
perteneciente, a una de las familias importantes del lugar. Porque todo lugar,
hasta ahora ha tenido casas de los importantes, y, casas de los menos
importantes. Aunque ahora no sabemos que sucederá con las revoluciones que se
avecinan, todas las revoluciones que se encabalgan basándose en la informática.
Ahora, estamos en un dilema o trilema o tetralema. Ahora, nadie sabe lo que
sucederá, si como se cree estamos entrando en otra etapa de la historia humana,
no una nueva fase, sino una nueva era de la historia humana. Ni siquiera
sabemos, si esa Inteligencia Informática, acabará superando a nosotros mismos.
Porque ese sistema, ya incluso,
podría redactar cien artículos como éste o mejor que éste, en una tarde…
Sentimos que hemos perdido los humanos, que ya no solo somos los que tenemos
inteligencia y creatividad, que está surgiendo otro tipo de inteligencia, que
no sabemos cuáles serán sus límites. Si soy honesto, yo, siguiendo el consejo
de Hawking, ya este temor, lo tenía
desde hace años. Aunque ahora ha florecido, se ha hecho real y material en los
miles de millones de seres humanos. Digo yo, si reducimos a nivel global, las
horas de trabajo humano al día, podríamos vivir todos, todos los seres vivientes
y esas inteligencias informáticas…
Este lugar, Albarracín, es como
una escultura gigante, una instalación enorme, hecha por siglos y por
generaciones… no solo de piedras, sino de seres vivientes humanos que lo rodean
y están dentro. Somos una unidad substancial, ya lo sé maestros Aristóteles y Tomás de Aquino, pero somos hechos de muchas piezas y de muchos
trozos de realidades. Por eso, avanzamos y por eso sufrimos, porque no nos
entendemos del todo y con todo… siempre estamos mirándonos en el espejo de
nuestro interior, y en el espejo del exterior. Nos miramos, en las cosas, nos
miramos en otras personas, nos miramos en las ideas, nos miramos, en los
pueblos, nos miramos también en Albarracín, para intentar descubrir el misterio
y el enigma que somos. Al ver otras piedras y otros corazones, aunque sea por
fuera, intentamos entender y comprender lo que podemos ser, lo que quizás
deberíamos de haber sido, quizás, apagar un poco la sed del interior que
tenemos…
Nos vamos acercando a algunos de
los Miradores, miradores que atraviesan los espacios y las geografías urbanas.
No sé, si cuándo miramos fuera, nos estamos mirando dentro. No sé, cuándo
miramos dentro, si estamos mirando fuera. Esto es un misterio que nunca he
sabido descifrar, y, que los maestros viejos y nuevos del pensamiento y de la
filosofía y de la metafísica, no han sabido enseñarme. Recuerdo en esto, a
aquella voz, que unió tierra y cielo, en versos y en experiencia, aquel maestro
llamado Juan de Yepes, Juan de Santo
Matias, Juan de la Cruz, que tuvo tres nombres, y, un solo destino,
abrirnos algo del misterio del amor y amar de un ser humano al Buen Dios. Destino que todos estamos
llamados a hacer, cada uno, con sus vericuetos y sus circunstancias, también
los que vienen a Albarracín, también los que duermen todas las noches en
Albarracín…
Los dos seres con ojos y corazón
y alma, se alejaron al atardecer de aquel lugar, sin saber, si el tiempo y la
historia volverían, si volverían otra vez como las dos cigüeñas, o solo una o
uno, o ninguno de los dos. Porque el futuro, el futuro humano nadie lo conoce.
Aquel viaje, de aquel día, ya ha pasado algunos años. No preciso en la memoria
cuántos. Los dos viajeros se encaminaron a la capital de las torres mozárabes,
a la Teruel de siglos, pero eso es otra historia, que quizás, un día, me ponga
a narrar algo de ello, porque aquí los dos viajeros han estado, al menos dos
veces, y, una tercera de mañana con los descendientes, y, han pasado al lado de
sus murallas, abajo, varias veces…
http://youtube.com/jmmcaminero © jmm caminero (08-19 diciembre 2023 cr).
Fin artículo 3.957º:
“Soñando Albarracín y, III”.
E.
19 dic.