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Artículo Periodístico 4.110º: “Viajando y soñando en la Sierra de San Vicente, I”.

                         Artículo Periodístico 4.110º: “Viajando y soñando en la Sierra de San Vicente, I”. 

Viajar es mover la carne y el cuerpo para que la mente y el alma descansen. Se silencien de alguna forma, para que hable el interior en el exterior. Dónde un árbol es más que un árbol.

Los dos viajeros y viajantes de ojos y labios arribaron aquella tarde a la vieja y antigua Talavera de la Reina, sus pies anduvieron por sus calles, un largo rato, y, sus ojos por edificios y piedras, sus miradas en otras almas que andaban con dos piernas y dos brazos, como ellos. Descansaron en el atardecer de la noche, y, a primera hora desentumecieron sus huesos y músculos y nervios para adentrarse en la Naturaleza, al final, somos naturaleza humana que existimos en una naturaleza social o sociedad, pero también en una naturaleza natural, en este caso, besaron los caminos de La Sierra de San Vicente, en este antiguo y viejo lugar de la provincia de Toledo.

Robles que andan buscando el cielo, lo alto del aire, bosques que simbolizan ese deseo humano de siempre aspirar hacia arriba. Algo de arriba nos atrae. Esos bosques de robles, madera antigua, vida antigua en forma de vegetal. Cuántas personas habrán andado por aquí, antes de nosotros, desde prehistóricos en busca de caza y recolección, hasta nosotros que huimos de la ciudad, para descansar los ojos, en un cuarteto del silencio de la naturaleza, con sus voces biológicas y su viento que como arpa resuena en las sinfonías de las hojas y de las peñas.

Árboles que se entrecruzan y se enredan como hombres y mujeres heridos por la vida, que parecen esculturas con hojas y carne de maderas y sombras en los alrededores del cielo y de la tierra. Andas hacia ellos y van cambiando sus figuras como si se moviesen. Mirar los árboles que son sonidos de la tierra, lamentos y alegrías de la tierra que aspiran al sol y a la luz. No sabemos mirar un simple árbol, que arrastra su existencia cien años, ochenta revoluciones de la tierra sobre el sol, cientos de lunas en las sombras, que han oído tantas conversaciones de la fauna que anda por sus lugares. La naturaleza es Naturaleza siempre en movimiento interno y externo…

Al observar los pájaros que vuelan y descansan en las ramas, mirando los infinitos mundos del interior. Al final, nadie sabe lo que entiende y conocer y percibe un pájaro, sea de la especie que sea. Los miramos y son y están con nosotros y en nosotros. Eso es y eso estamos y eso somos. Somos y ocupamos espacio y tiempo como ellos, un pájaro y una brizna de hierba y un tronco que rezuma oxigeno. Cual serán los misterios y enigmas de los árboles… de los árboles formando manadas, que denominamos bosque, siempre buscando agua y tierra, siempre buscando azul-cielo y sol y luna…

Arribamos cansados y agobiados, o percibimos en la lejanía o soñamos o sentimos en la distancia, como usted quiera, El Cerro de las Cruces, con su mayor altura de la comarca y la zona. Allí el aire y el silencio-ruido del interior luchan por quién va a vencer. Las sombras de las nubes que marchan deprisa hacia un lugar y un horizonte conocido y desconocido. Aquí, aquí estamos pero nos sentimos más cerca, de cientos y miles de generaciones antes que nosotros, que han ido pasando, como todos, intentando vivir y sobrevivir y ser y estar…

En El Castillo de San Vicente, como casi todos derruidos y vencidos por el tiempo y las nubes y el agua. Siempre la misma pregunta y cuestión, cómo de los cientos y miles de castillos y semejantes que esta tierra fue llena y rellena y parida y engendrada, cómo es que han quedado tan pocos, en buen estado de vida y de ruido y de silencios. Porqué tantos cientos están con solo algunas paredes, algunos tapiales… Cientos de castillos que nos demuestran y recuerdan la historia tan compleja que hemos soñado y sufrido durante siglos, la historia de tantas desavenencias…

Nos encontramos con piedras redondeadas, como si gigantes hubiesen querido jugar con ellas a los bolos o a las peonzas, piedras graníticas casi ovoides y semiovoides, hechas por los siglos y los milenios, por los aires y las aguas y los calores y los fríos, piedras que están antes que tú y antes que yo, y, seguirán estando en esta tierra, después de ti y después de mí… Piedras que invitan a ser pintadas, a formar un museo de arte al aire libre. Sugerencia que lanzamos al viento y a la luna.

Nos indican los folletos que en este paisaje de país y de paisano, de comarca, se han catalogado mil tipos de plantas, mil especies de plantas. Estos lugares que han quedado semiolvidados de la memoria de los humanos, que esperan los nuevos ojos, que valoren el silencio-ruido del viento, que hace calentar y recordar el alma de cada uno, ese estar dentro y estar fuera, ese estar fuera y estar dentro… Entre todos tenemos que volver dar vida a lo que tiene vida, recordar lo olvidado, entre todos, aquí con estas palabras, enseñar que la playa de agua y arena es necesaria, pero también las playas de hojas verdes y tierras de colores y aves que pululan en los acantilados y montes, entre medio Atlántico y medio Mediterráneo que pululan por estos trozos de la Mancha…

Toda sierra, toda montaña tiene agua, que recorre los ojos, por dentro o por fuera, dormida en cuevas perdidas o en arroyuelos que con sus ruidos de parsimonia nos recuerdan, que el hombre, no es solo un animal, ni solo es carne, ni solo es mente, sino que tiene alma. Que aspira a la integración de todo en un encaje de tapiz y red con armonía, somos diversidad en la unidad. Siempre en la mar de la sociedad, en la mar de la naturaleza, en la mar de la cultura y sus interpretaciones de ideas y lugares y sonidos y conceptos. Somos todo eso…

Arribaron los viajeros a Hinojosa de San Vicente, donde degustaron un chocolate con leche y un par de churros. Dicen, sea real o imaginariamente, que están intentando inventar y diseñar, dicen algunos vecinos, que cada fin de semana, sea una fiesta del churro y del chocolate con leche. Un viaje es realidad, un viaje es imaginación, un viajero toma de la realidad, un viajero aporta cosas a la realidad. Quién sabe si la imaginación se une a la realidad, y, dentro de unos meses, o unos años, es cierto la fiesta de cada fin de semana, para degustar este manjar de aceite y harina. Si deseamos poblar los lugares y los corazones, tendremos que inventar y diseñar e imaginar…

Miraron el mar de nubes, miraron el mar de viento, miraron el mar de frío de la mañana, miraron el mar de sus recuerdos los dos viajeros…

http://filosliterarte.blogspot.com.es      © jmm caminero (11-19 marzo 2024 cr).

Fin artículo 4.110º: “Viajando y soñando en la Sierra de San Vicente, I”.

E. 18 marzo 2024 a El Dia Digital.es CLM.

HUMOR 1822 AL 1825.

                            HUMOR 1822 AL 1825.                       22. Humor 1.822 [1] .                       23. Humor 1.823 [2] . ...