Artículo Periodístico 4.686º: “Cenar o comer, fuera de casa…”.
¿Por qué las personas les agrada,
sin necesidad, no por viajes, sino por gusto y por ocio y por afectividad cenar
o comer por ahí, fuera de su casa, si el bolsillo y el corazón lo permite?
No
estamos hablando por necesidad, cuándo por viaje o por trabajo las personas no
pueden volver a sus reductos y cobijos, y, necesitan degustar alimentos en otro
lugar, puede ser otro pueblo u otro barrio, si es una gran ciudad, sino que se
organiza una comida o una cena, fuera de casa, un día de fiesta. Puede ser con
la familia, puede ser para celebrar un acontecimiento familiar, puede ser entre
amistades, puede ser en una cuestión laboral o empresarial o cultural…
Quizás,
las sociedades que han llegado a un nivel económico suficiente, esto es introducir un elemento de variedad. Diríamos,
es como en una sinfonía insertar las notas de un nuevo instrumento durante un
minuto. Supongo que en música, que es tan formal y tan matemática y tan
artística y estética, el arte más profundo y esencial, seguro, que esto tiene
un nombre…
Dicen,
que en la prehistoria, que ha sido el periodo más largo que el ser humano,
nuestra especie ha vivido y existido, -no entramos en las otras especies
humanas que nos han precedido, o han estado en paralelo-, pues lo lógico si
cazaban una pieza, y, era grande, pues se formaría una fiesta y todo ese grupo
humano diez o doce o quince personas –esto se discute, porque no sería lo mismo
en nuestra especie, que en los primos neandertales-, pues irían al lugar de la
caza, para comer lo más posible, y, transportar la carne lo antes posible y los
huesos y las pieles, antes que viniesen otros animales y quisiesen formar parte
de la fiesta.
Quizás,
de ahí, haya surgido esa doble necesidad, esa cierta alegría, de ir “a comer o
a cenar fuera del lugar de residencia, cueva, por ejemplo”, y, al mismo tiempo,
ese “deseo profundo de ir a los hipermercados, antes a los mercados de abastos,
que es quizás, digo yo, pero no hay tesis científica en esto, la recolección,
que ha sido la base de la alimentación humana, si nos fijamos bien, entrar en
las bruces de un supermercado, es como ir recolectando en el campo tal y cual
cosa”. Quizás, no hayamos cambiado tanto… Si admitimos el Neolítico, desde hace
diez o doce milenios –no entremos en la cuestión del preneolítico-, el tiempo
de la prehistoria es anterior y mucho más extenso, decenas de miles de años.
Todo ese tiempo, pienso e imagino que mucho habrá quedado en nuestra mente
profunda, en nuestra realidad colectiva, que digo yo. Pero aquí vengan los
expertos y nos digan algo…
Decíamos
que los humanos sienten esa necesidad, de vez en cuando, según el bolsillo,
según la agenda, de salir a comer fuera de su casa. Hay mil motivos y mil
razones. Quizás, entre las clasificaciones que existen, sobre el ser humano,
una sería “los humanos que hacen esta realidad o experiencia o vivencia de
forma regular y frecuente, sea una vez al mes, sea cada seis meses, y, los que
prácticamente no lo hacen”. Por un lado, la vida es corta y la vida es larga.
Degustar alguna comida fuera del seno familiar, es dar una pequeña variedad a
la escultura de la vida.
Las
biografías y las entrevistas son cosas curiosas, porque nos presentan ciertos
trozos de la vida de otras personas. Si mi memoria no me falla, recuerdo en
unos de estos géneros y acontecimientos culturales, una buena entrevista es
abrir un hueco en el horizonte humano, es abrir un poco el alma de otra
persona. En una de éstas, en relación a Alfonso
Ussia y Antonio Mingote, ambos
grandes amigos, ambos parece ser se juntaban un día a la semana, al mediodía a
degustar alimentos y palabras. Aquí, aquí tendríamos una comida de amistad y
una comida de afectos, una comida también, imagino para comentar realidades
sociales, políticas, culturales. Al final, quizás no hayamos cambiado tanto,
cuándo en la prehistoria degustaban comida al lado de las chozas de palos y de
piedras o como fuesen, o en la puerta de la cueva o gruta, tendrían que hablar
de todo. Eso es lo que hacemos…
Al
final, me digo, a veces, que un artículo periodístico de opinión, es como una
pequeña charla, que alguien ha escrito para que otro receptor y otro alguien,
la lea, digamos en la cueva de un bar mientras está degustando una comida o una
cena. Están dos individuos hablando a la luz, de una comida –uno, lejano y otro
presente, quizás solo, y el artículo le hace compañía…-.
Hoy,
ha tocado fijarnos en el tema de comer o cenar fuera, y, que si de vez en
cuando lo hace, por las mil razones de la vida, sea en un restaurante de
cincuenta tenedores o sea en uno de comida, llamada rápida, intente disfrutar
de la vida. Porque al final, eso es mejor, que mil otras situaciones que se
producen en la vida/historia, que no gustan… al final, los humanos celebran
casi todo, bueno y regular, casi siempre con algo de líquido y con algo de
comida… Porque la vida sigue, tiene que continuar. La vida humana también.
Les
digo a los altos dirigentes del mundo, ahora, que dicen, ya de hecho y de
facto, existen dos potencias mundiales, o dos polos mundiales, tengan piedad y
misericordia de los pueblos, que les gusta de vez en cuando comer fuera de sus
casas. Les pido a las altas clases políticas de estos dos grandes bloques, que
dicen se han formado y conformado, que nos dejen o nos permitan, al menos quién
pueda, de vez en cuando, salir a comer o cenas algún día, en paz y en
tranquilidad y en sosiego y con una sonrisa. Les digo y les pido y pide este
modesto articulista de opinión. Por favor… ¡Por favor…!
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (23 enero-02 feb. 2025 cr).
Fin artículo 4.686º:
“Cenar o comer, fuera de casa…”.
E.
02 febrero