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Artículo Periodístico 4.690º: “Cantemos a la Naturaleza y Carmen Laforet”.

                         Artículo Periodístico 4.690º: “Cantemos a la Naturaleza y Carmen Laforet”.

Volvamos a cantar el sosiego y el ruido de la montaña, de los ríos, de los aires, de los fríos, de los calores. Volvamos a contar y narrar el canto a la Naturaleza.

No tiene que ser como Virgilio, Horacio, Ovidio o los griegos antiguos o los romanos antiguos o los del Renacimiento. Quizás, volver a la Naturaleza, con sentido común y prudencia y racionalidad. No sólo como destino de turismo y viaje y economía. Sino volver a la Naturaleza con sosiego en la mirada. No solo y en soledad, sino acompañado, por la seguridad propia, por diversidad de pareceres y motivos. Caminando y recaminando y mirando y remirando y percibiendo y repercibiendo y dejando y redejando que desde el interior emerjan y reemerjan los recuerdos y los dolores y las alegrías. Aquí, aconsejamos cosas que el escribiente no hace, pero le gustaría realizar. Esos paisajes, que no tienen que estar a cientos de kilómetros, sino quizás, solo a unas decenas de metros, cientos de metros de tu lugar de cobijo. Siempre, reitero, con la prudencia en los caminos, no vaya a convertirse un paseo en un algo de dolor.

Tenemos que volver y revolver otra vez, el gusto de la Naturaleza y del campo y de la montaña, en frío o en calor, en primavera o en otoño. Los placeres pequeños, recorrer, existen cientos de pueblos pequeños y medianos, con la Naturaleza metida en su seno, en su seno metida la Naturaleza. Todo está, todo es, todo parece ser y todo ser, parece. Volver a la Naturaleza, placeres sencillos y pequeños. Ir viajando, ir viendo, irse viendo, ir viéndose. Cada uno en sus circunstancias. Llegar y arribar a un pueblo, quedarse una tarde o noche, y pasear al amanecer-atardecer, alrededor de una montaña. Toda ciudad o lugar, grande o pequeño, tiene Naturaleza alrededor y dentro en su seno. Reiteramos siempre con prudencia, si es posible acompañado en los ojos y en los vientos y en las narices y en las aguas y en las orejas… reitero, por seguridad personal.

En este viaje por el articulismo hispánico, me he encontrado con Carmen Laforet Díaz (1921-2004), que en Informaciones, del 14 febrero de 1955, lanzó al aire y a otros ojos y otros oídos, un artículo titulado: Invierno: Campo y ciudad. Y, nos describe esa interrelación entre un corazón humano y la naturaleza y la Naturaleza. De alguna manera, somos sol y nube y agua y aire y niebla y montaña y río y… y. Hemos olvidado que somos una naturaleza, una naturaleza humana, pero inserta en la Naturaleza, la Naturaleza del planeta Tierra, la Naturaleza del Universo –incluso, admitiendo que somos alma-espíritu inmortal, somos también Naturaleza-.

Muchas y muchos rostros viajan cientos de kilómetros a playas y arenas. Tienen derecho. Nadie indica lo contrario. Esto es también Naturaleza, pero pasan por medio de cientos de lugares, comarcas, pueblos, aldeas y, nunca se detienen, a ver sus hojas de árboles, a ver sus calles, casi desiertas o con muchas personas, a ver sus campos. A verse a uno mismo, en esos espejos, de la naturaleza. Muchos y muchas, viajan miles de kilómetros a otras ciudades de otros continentes. Nadie les niega su derecho y ese derecho. Pero no han visitado a cincuenta mil metros, pueblos o aldeas o naturaleza. Van volando para ver y visitar tal acontecimiento a miles de kilómetros, y, nunca han tenido tiempo de viajar con el corazón y la mente y el alma a diez o treinta o cuarenta mil metros de su lugar de dormición y de su cobijo y de su casa y de su hogar.

Es el misterio, uno de tantos de los humanos, todos hablan de un lugar, y, olvidan los cientos que tienen al lado… Cualquier ciudad o aldea, grande o pequeño, alrededor, dispone de la Naturaleza y de la montaña y del río… No adoramos la Naturaleza, pero debemos sentirnos que somos parte de ella. No podemos olvidar que somos naturaleza en la Naturaleza.

Si nos fijamos, en la gran escritora Carmen Laforet, en 1955, más de media España era rural, por tanto, el campo para esas personas era su realidad, grandes territorios de esta Iberia, tan larga y tan cercana en el tiempo, seguía siendo rural. En aquellos tiempos, que ya parecía amanecía un nuevo horizonte, el campo y la naturaleza era el modo de vida de media España, de corazones de media España. No olvidemos que en aquellos tiempos después de dos traumas gravísimos en el territorio de Europa, la mitad de la población española, vivía y sobrevivía en la España rural. Una gran parte había y estaba migrando a otros lugares de esta Celtiberia antigua, algunos fuera de esta Piel de Toro…

Pues, en esos tiempos, la genialidad de Laforet, la visión antes de la visión, se percató que la Naturaleza, no solo es un lugar de trabajo, sino un lugar de percepción, de reflexión, de meditación, de oración… la Naturaleza es algo que completa y complementa al ser humano. Somos naturaleza en la Naturaleza. No lo olvidemos. Volvamos alguna vez, cada año, cada semestre, cada mes, algún día, algunos días, al sosiego de la Naturaleza, esa naturaleza que tenemos a unos miles de metros de tu hogar-casa-vivienda… Lo dice alguien, que hace tanto tiempo que no va a la Naturaleza. Paz y bien.

http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es  © jmm caminero (25 enero-02 febr. 25 cr).

Fin artículo 4.690º: “Cantemos a la Naturaleza y Carmen Laforet”.

E. 02 febrero 2025 a Rota al Dia.com. Pontevedraviva.com.

Fotos de JMM publicados en periódicos digitales.

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