Artículo Periodístico 4.724º: “Las fiestas escolares de los niños y Manuel Hidalgo”.
Es
una cosa curiosa que en todo centro escolar, público o privado se celebra al
menos, una fiesta cada año. Es curioso que los articulistas salvo excepciones
no toquen ese tema.
Es
cierto que en décadas anteriores, casi siempre estaban centradas en colegios
concertados o privados, menos en los públicos. Pero desde hace unos lustros, no
sé cuántos, desde las escuelas infantiles, antes llamadas guarderías hasta los
centros universitarios, casi todos disponen de una fiesta al menos, cuando no
dos o tres. Que si las Navidades, que si las Fiestas particulares de esa
entidad, que si el final de curso. En fin, incluso se producen esos ritos o
rituales casi, los antropólogos y sociólogos nos pueden dar luz e ilustrar y
conceptualizar los procesos vitales y biográficos y existenciales, de pasar de
una etapa de la vida a otra.
Uno,
que además de pasar por su aprendizaje propio en distintos niveles de enseñanza
y en distintas edades y etapas de la vida, pues después ha tenido que estar presente,
en la medida que ha podido, en los descendientes primeros, y, ahora en el
descendiente segundo –o segunda generación-. Pues ha ido viendo como las
fiestas se han ido instalando cada vez más en el corazón de los seres humanos.
Y, vuelvo a reiterar, es para mí, una sorpresa que de los cientos o miles de
articulistas de opinión o personales o literarios, que siempre están buscando
temas, no citen este, o este se toque como tema excepcional. Aquello de los
temas temporales y cíclicos que tanto se habla: que si las vacaciones, que si
las Navidades, que si las Castañeteras
del Retiro –así, técnicamente se denomina a esa clase de temas, y, quién
entiende un poco de este toreo y futbol del articulismo, ya sabe a qué se
refieren-.
Cuando
asisto a una de estas fiestas de colegios o de la enseñanza, que por lo
general, siempre preparan alguna micro-obra de teatro, aunque sea de dos
minutos, incluso los más pequeños de tres y cuatro y cinco años, hacen una
especie de cuento, que es una invención, diríamos de todo y de la historia. Si
es en tiempos de Navidades pues del Niño
Jesús, si es en otro periodos, pues según las fiestas patronales o fin de
curso o de las graduaciones –y, se ven por la calle, adolescentes y
adolescentas vestidos como mayores, es como un rito de iniciación a la adultez,
y, quién sabe si al amor y amar y ser amados-.
Es
más, ahora en los centros escolares hay como una lucha, en esas fiestas de Todos los Santos, con matices y
colores, que no a todos les gusta, estas importaciones endoculturales del mundo
anglófilo, pues se está desarrollando que vayan vestido de angelitos y de
santos y santas… ¡En fin, la dialéctica cultural…! ¡Cierto, por si creen que
todo me parece lo mismo, creo que es mejor vayan vestidos de angelitos, que no
de esos rostros saliéndoles sangre con diez colmillos y con figuras negras…!
¡Quede dicho…!
En
estos últimos años, que ya en más en plenitud y pleno y lleno me he insertado
en la mar del articulismo de opinión, siempre me he dicho, porque no hago un
artículo sobre ese tema, sobre lo general, como es éste, o sobre el particular,
alguna fiesta escolar concreta y, ahora sobre mi descendiente de segunda
generación, por decirlo de alguna manera.
Y,
bueno, si juntamos con este viaje por el articulismo que estamos realizando y
construyendo, me he encontrado una columna de Manuel Hidalgo Ruiz, notable periodista, articulista, novelista,
hombre de los medios de comunicación, que publicó el 22 de junio de 1993, una
titulada El comentarista, que nos comenta su experiencia propia en este
tipo de acontecimientos, y, su relato de su hijo en una de estas fiestas
escolares, no pondré el nombre de hijo por respeto, pero supongo que ya será
mayor, y, ya nuestro articulista, ahora le toca ir, supongo e imagino como
abuelo a estas realidades culturales –algo así, como él comenta que estaba
junto a él, un abuelito, y estaba lleno de emoción…-. Quizás, ese refrán
castellano más antiguo que el mear –miccionar-, pero es mejor indicar mear:
“los padres educan a los hijos, los abuelos los deseducan”, ya sé que es falso,
pero también es algo verdadero…
Uno,
que tiene el virus de las enfermedades académicas, por haber estado tantos
lustros y en diversos lugares como alumno, uno se pregunta si habrá tesis
doctorales que estudien y analicen el fenómeno de las fiestas y festejos
escolares, a y en todos los niveles. Si habrá estudios académicos que estudien
en general, o desde distintas disciplinas, artísticas, literarias, religiosas,
culturales en general, filosóficas incluso desde los medios de comunicación. Me
pregunto, si igual que en Semana Santa se hacen mil reportajes, mil elevando a
cien, en todos los medios de comunicación, también todas las Vacaciones, todas
las Navidades y todos los acontecimientos –no me gusta la palabra eventos-
culturales, pues me digo a mi mismo, si no se deberían insertar de vez en
cuando, cuñas de las fiestas de los niños, adolescentes, y, todos los demás
ojos y voces y bocas de las generaciones futuras. Ahora serán niños y niñas y
adolescentes y adolescentas, pero mañana serán los que lleven la carga de la
pequeña o gran historia de la civilización. Serán los que tengan que recoger el
testigo y sembrar el trigo...
Me
digo yo, este modesto artículo contribuirá a que los medios de comunicación
buceen en esta fuente de riqueza cultural e información y calor humano, que son
estos niños y niñas, por poner una edad, de cuatro años, que recitan una frase
en la fiesta de navidad, en los cientos y miles de colegios existentes en este
terruño ibérico, tan antiguo con tantos nombres, uno, uno de ellos la Piel de
Toro. Hoy, mi homenaje a todos esos niños y niñas y adolescentes y adolescentas
de los miles de centros escolares de este mundo y planeta. Paz y bien.
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (14-23 febrero 2025 cr).
Fin artículo 4.724º:
“Las fiestas escolares de los niños y Manuel Hidalgo”.
E.
23 febrero