Artículo Periodístico 4.709º: “El Santo Entierro y la Soledad de Cáceres”.
Se recuerda lo que se vive, se
vive lo que se recuerda, se mezclan y combinan ambas cosas con lo que se
imagina. Los dos viajeros reales o imaginarios arrumbaron a/en Cáceres.
Se
mezclan recuerdos de la ciudad, de las imágenes de la ciudad, de las
fotografías de la ciudad, del calor de la ciudad, de los recuerdos de haber ido
varias veces, de las iglesias como templos del misterio y de la metafísica
hecha de piedra. Todo se combina y se mezcla, y surge una pieza de palabras e
imágenes con palabras e ideas. Que el receptor nunca sabrá de lo contado,
siendo real, qué es concepto o idea o imaginación o percepción o entendimiento
o comprensión. Qué es y qué no es. Al final, toda ciudad es un símbolo y todo
lo religioso y metafísico es el palacio del misterio.
Combinaremos
fechas y datos y días y horas, como un cocido que es una mezcla de todo, como
toda comida de alimentos, combinaciones de cócteles de cosas, siempre con fuego
y siempre con agua y siempre con sal y siempre con aire, en un plato. Aquí,
combinaremos lo material y real con lo espiritual y lo trascendente y
Trascendente. Es un intento de llegar a una ciudad por dentro, esos entresijos
del alma que recorren todos los vericuetos y caminos del yo. Porque al final,
desde Chauvet, Lascaux, Altamira
–ahora el Cerdo Verrugoso de las Islas
Celebes, de cuarenta y cinco mil años-, quizás todo arte sea religioso,
todo lo religioso se expresa en alguna forma de arte o artes, aunque sea
abstracto y geométrico. Las palabras son las abstracciones del corazón y de los
ojos.
Según
los periodos de la historia de nuestro terruño, también afecta a la Semana
Santa, esta es la realidad, según los acontecimientos, en tiempos determinados
muy exaltada, en otros perseguida, en aquellos otros los santos se queman en
las plazas de las iglesias, -la mayor plaza del pueblo, casi siempre-, en otros
personas de carne y hueso, se flagelan, en otras etapas, crisis social y
económica, se reducen las procesiones, se reducen las personas, quizás ante el
temor, en La Transición sucedió aquello, recordamos como en alguna
ciudad, no existían cofrades suficientes, para trasladar los pasos, se tuvieron
que mecanizar.
Haremos,
Dios mediante, una síntesis-resumen-abstracción del yo y del nosotros ante un
acontecimiento y una ciudad. Algo surrealista y simbolista. Algo, un
acercamiento nuevo y entrenuevo a un hecho, que tanto lo hemos visto en
imágenes, en videos, en colores de fotografías, en olores, en presencia. Nadie
que haya nacido aquí, aquí en Iberia, nadie ha dejado de ver un “paso”. Nadie,
es el destino y el misterio de nosotros. Siempre como el refrán o estamos
detrás de los pasos, con veneración en el rostro o detrás de los pasos dándoles
palos a los curas. Es aquello del periodista extranjero, de una de las tantas
revoluciones acontecidas, “no entiendo esta revolución, en vez de tomar las
fábricas van a las iglesias y sacan los santos y los tiran en la plaza”. No
creo que seamos diferentes a otros pueblos, pero algunas notas distintas las
tenemos, como todos.
El
Santo Entierro y la Soledad
recorren las piedras de Cáceres,
nosotros de alguna manera con ellas, volvemos a los tiempos sin luz eléctrica,
los tiempos de las antorchas, las sombras que se abren caminos por las paredes.
Se recorre el silencio del alma. Una procesión es algo que se recorre por
dentro. Hay que estar, hay que dejar que el mundo exterior entre, toda esa
mezcla de sonidos y silencios y pasos, en la no-luz de la noche para buscar la
luz del espíritu. Para convencernos que no solo somos materia y no solo somos
carne, sino que creemos o deseamos creer que quizás, seamos algo más que ojos
de carne y lengua de carne. Es todo. No es teatro, es metateatro casi religioso
o casi sagrado. Es algo más. El hombre inventa el mundo, y, el mundo inventa al hombre. Todo se mezcla y todo se
combina. La emoción y la idea, el sentimiento y el concepto, el recuerdo y el
deseo, el pasado y el futuro-presente…
Dentro
de los monoteísmos en Europa, en el Mediterráneo, se lanzaron flechas y lanzas,
las dos posiciones, los que no desean situar ninguna imagen, porque Dios o el
Ser Supremo o el Ser Infinito no puede ser representado como nada, ni con nada,
ni como imagen, es lo Abstracto de lo Abstracto. Y, aquellos que indican, que
si El Nazareno es Dios, Hijo de Dios, Unigénito de Dios, Segunda Persona de la
Trinidad, y que si podemos representarlo ya que se hizo carne y Carne, y, como
carne y Carne, la mente humana limitada, con sumo respeto se puede representar.
Y, así estas dos posiciones han estado insertas en los siglos cabalgando por
los cimientos de la historia. En nuestra historia de nuestra sociedad y país,
de momento, un momento que permanece ya muchos siglos, la imagen recorre las
calles, la imagen sagrada, quizás heredera de alguna manera, de las procesiones
antiguas del Mar Mediterráneo, aquellas fiestas y procesiones religiosas de la
Antigua Grecia, de la Antigua Roma, del Antiguo Egipto… Solo seguimos sus
pasos, solo eso. Ahora con El Nazareno,
con La Virgen María, con los
distintos sucesos, “pasos” se denominan de la Historia e historia de un tal Jesús de Nazaret, que aunque no lo
admita usted como Dios, ni como Profeta, ni como Mesías, al menos debe
reconocer, que no hay nadie en la historia e Historia humana de todos los
tiempos, que en tres años o cuatro, algunos indican montó una revolución
cultural y religiosa y metafísica, como jamás se ha visto en los miles de
siglos que llevamos bajo las paredes del cielo azul y blanco y gris y negruzco…
Cada
Semana Santa existe la lucha entre el toro de la lluvia y el toro de la
no-lluvia. Antes, expectantes para que no sucediese, al menos durante tres o
cuatro horas, ahora, todo el mundo mirando el móvil. Pero la Semana Santa,
existen infinitas, según cada corazón, cada carne, cada alma, cada edad. No es
lo mismo cuando eres niño, que cuándo estas a media edad, que cuándo ya sabes
que estás en el último tramo de la vida, de la vida aquí en la tierra. Sin
saber muy bien si existirá Otra Vida, para cada persona, o creyendo que si
existe, o deseando que si exista. Dónde se mezclan, cientos de miles de
recuerdos o de ideas o de conceptos, en esta cabeza que tenemos, que no sabemos
como es, y lo que contiene. Pero pasa el plazo y miras, ahora, se cruzan
cientos de destellos de luces, son las fotos con esos artilugios que parecen
trozos de pastillas de chocolate, que sirven para comunicar el corazón de
dentro con otros corazones, y, también, es una cárcel para muchos. Pero la
Semana Santa continúa…
Corona
de espinas, clavos, sangre, sudor, dolor. Todos esos componentes de la vida.
Cuánto nos dirían las piedras de las calles, cuánto nos expresarían los
cimientos del corazón de cada uno. La
Cruz, España es la tierra de las cruces, no irás a ningún pueblo o aldea,
que no halla una cruz, una Cruz del Nazareno… La cruz y la Cruz como símbolo y
signo y metáfora y parábola del ser humano, de ese aspirar a la Eternidad, de
ese aspirar a no sufrir. Sufrimos para no sufrir. La Semana Santa es un
artilugio que los humanos hemos descubierto o hemos inventado o se nos ha
revelado o se nos ha inspirado, para intentar curarnos de los sufrimientos,
penas, angustias, dolores, depresiones, tristezas que los humanos sufrimos. De
los traumas y heridas profundas que arrastramos. Las personas miran la
cruz y La Cruz y miran el Crucificado, saben que es una escultura o una
imagen tridimensional, pero su mente y su corazón y su alma y su carne,
perciben que es Algo más. Son ellos clavados a una cruz. Muchas cruces van por
las calles, no solo la gran Cruz levantada, sino la cruz de cada uno, aquella
mujer acaba de fallecer su hijo, aquella otra, viene a pedirle que su marido
sea mejor, aquella otra sonriente y nueva esposa espera que el futuro sea
halagüeño, aquella otra desea quedarse embarazada, aquella otra, no sabe como
curar las heridas de su infancia… todos llevan sus cruces, los hombres y
varones también…
Puede
ser usted o yo, o su vecino o vecina del quinto, ateo o agnóstico o increyente
o no creyente, o fiel de otra religión no cristiana, pero La Semana Santa, es un
misterio y un enigma de lo humano, es como el líquido que ha ido prensándose y
curándose en la bodega de la historia durante siglos. Es la realidad de la metarealidad,
es la metarealidad de la realidad.
Íbamos
hacer un texto de palabras e imágenes y conceptos relatando varios pasos,
varios días. Pero la mente y el tiempo y el consciente y el inconsciente, nos
ha dejado solo en una. Esa una, una procesión y un solo día. Es el símbolo de
otros. Usted acérquese a la que quiera, a los días que desee. Aquí, ese viaje
interior y exterior, simbólico y real, aquí, en El Santo Entierro y la Soledad de
Cáceres. Aquí y allí. Sumérjase en
las calles de piedra y aire, de nuestras ciudades, encontrará alguna procesión,
que le dirá mucho de usted, no tiene que viajar diez mil kilómetros,
posiblemente esté a su lado, a unos cientos de metros, a unas docenas de miles
de metros. Y, si puede vaya alguna vez, alguna tarde-noche, a la Procesión del El
Santo Entierro y la Soledad de Cáceres.
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (20 enero-16 febr. 2025 cr).
Fin artículo 4.709º:
“El
Santo Entierro y la Soledad
de Cáceres”.
E.
16 febrero