Artículo Periodístico 4.711º: “¿Si pudiésemos nos cambiaríamos el cuerpo?”.
Hace décadas ya se percibía en el
ambiente que la imagen y el cuerpo iba a ser esencial, uno con deformación
cultural, siempre pensaba el culto al cuerpo de los griegos antiguos.
Pero
debemos reconocer que se ha llegado a una situación, y, parece que no ha tocado
techo o suelo, que jamás podríamos imaginar. Literalmente, se silencia o se
margina o se le ningunea a casi toda la población con el cuerpo. A unos, por
ser obesos, a otros por no estar suficientemente musculazos –aunque no se
exprese-, a otros por falta de cabello, aquellos por cualquier otra
característica. Esta es la realidad, la estética se ha desmadrado o
hipervalorado o hiperinflado como valor. La estética que debería aplicarse a la
naturaleza, o a las obras creadas por el ser humano, se aplica, día tras día,
fehacientemente, al cuerpo y al cuerpo y a la carne de los seres humanos…
Nadie
pregona que las personas no vayan lo mejor posible, pero sin exageraciones,
creo que volver a la austeridad de la estética en el cuerpo-carne de cada
persona, es absolutamente una meta necesaria, casi de urgencia. Creo, estimo,
valoro que es una pendiente o una ascendente que parece no ha terminado
todavía. Es más, se ha instalado una estética de la belleza, y, de la belleza
con unos cánones tan precisos que uno, no sabe si hemos perdido la civilización
occidental la cabeza, si hemos llegado con una supuesta racionalidad de la
belleza, a una irracionalidad del comportamiento en torno a la belleza.
Si
te falta un diente, enseguida parece que estás cometiendo un mal enorme, hay
que irse corriendo a implantárselo. No niego que una boca sana es esencial,
igual que es mejor tener terminado el bachillerato que la ESO, y, no es lo
mismo disponer de mil valores positivos que no disvalores o desvirtudes. Pero
volvamos al sentido común y a la racionalidad de la vida y de las costumbres y
de los usos… Volvamos a la racionalidad moral de la existencia. Si no queremos
llegar a puntos sin retorno…
Es
verdad, que ciertas voces, a semejanza de mi modesta pluma, de vez en cuando te
encuentras en los medios de comunicación que nos indican volvamos a tener
sentido común. Todo es necesario pero con limitaciones, moralidad, corrección,
equilibrio. Este amanecer me he encontrado con un artículo titulado: La obsesión
por la imagen: del “body positivity” al “body shaming”, […], firmado
por Elena Escobar Gil, publicado en Aceprensa,
el día 26 de diciembre del 2024. En la que como todo artículo comenta varios
aspectos de dicha situación o cuestión.
Un
artículo, hay que ser consciente, una columna de opinión, es como una
conversación con un conocido o con un amigo en la calle. Él o ella expone sus
puntos de vista, y, el interlocutor, está de acuerdo en algunos aspectos y no
en otros. Creo que los artículos de opinión personales o literarios cumplen esa
finalidad. Creo que la principal es que nos sitúan delante de los ojos, un
tema, que quizá hayamos olvidado, o, una realidad actual, y, nos dispensa otro
punto de vista. De decenas de miles de artículos de opinión que haya leído en
mi existencia, ya va siendo larga, no puedo decir, que hayan existido cientos
que haya estado totalmente de acuerdo, en la mayoría existían puntos de
desarrollo que no estaba de acuerdo, en otros les faltaba un punto esencial
para mí. Aquellos utilizaban un lenguaje demasiado soez, los otros, no tenían
contenido, los de al lado poca belleza, en otros demasiada, el articulista
estaba ebrio de metáforas, sin saber, muy bien lo que quería expresar.
Etcétera. Expreso este párrafo, porque le recuerdo al lector/a en qué campo de
juego está enhebrando la aguja.
Estoy
de acuerdo con la autora del artículo, que indica que si tuviésemos o
pudiésemos cambiarnos algo del cuerpo todos haríamos algún cambio o recambio.
Creo que ese dato, no lo tendrían que indicar los sociólogos y estadísticos,
creo que muy poca proporción de personas, se quedarían con su cuerpo. Unos
querrían ser más altos, otros con menos sobrepeso, aquellos con un cuello más
corto, aquel con unas piernas más esbeltas, los otros disponer de un cuerpo de
veinte años menos, aunque tuviesen cincuenta, aquel otro y aquella otra, hasta
el infinito de posibilidades de cambio…
Me
he preguntado alguna vez, quizás demasiadas, en esas cuestiones, que siempre
tienen un entronque con algunos temas de filosofía y metafísica, porqué y por
qué existen pocas personas que estén contentas con su cuerpo, o al menos se
conformen… Una cosa, es que alguien tenga un defecto de la visión y le gustaría
pues ver mejor. Eso es una cuestión, y, otra es la obsesión irracional, que
todo el mundo se cambiaría algo de su cuerpo o apariencia, para parecer y
aparentar otra cosa. No niego, que siempre hay que seguir los criterios de la
salud, de la correcta y ortodoxa y científica salud. La salud, pero salvo la
salud, echarle más horno al horno de la vida, creo que es un error por exceso.
Quizás y sin quizás sea malo la obsesión por el cuerpo-carne el ser humano
hemos arribado.
Quizás,
me pregunto si tanta desesperanza, una de las raíces, es que casi nadie está de
acuerdo con su cuerpo. Da lo mismo, el estrato social o ideológico o cultural o
étnico o metafísico en que se mueva, al menos, al menos en Occidente, ha
entrado un huracán, que lleva ya décadas, que pocas personas están de acuerdo
con su cuerpo. Pocas personas, eso parece, quieren a su cuerpo, aunque sepan
que tiene ciertos límites. Que saben lo que hay que mejorar por salud y algunos
otros temas, pero con racionalidad y sentido común y prudencia y saber
ortodoxo…
Me
pregunto esta obsesión por la imagen, en exceso, es un síntoma más, de la
decadencia de Occidente… Pienso, en estos temas, como en otros, mucho en los
griegos y en los romanos. Me acuerdo ahora, no sé porqué cuándo el primer
emperador, de hecho, el primero entre los primeros, Augusto, tiró y rompió una vajilla de vasos de cristal natural, de
un valor enorme, porque fue invitado a una casa, y, el dueño de la casa, a un
esclavo que se le cayó uno, y, se le rompió lo castigó con la muerte inmediata,
en un estanque lleno de peces hambrientos.
Ante
esta realidad y hecho, Augusto, con
sus virtudes y sus defectos, se levantó y todos los vasos de cristal natural,
los dejó/tiró para que se rompiesen… ¡También, sé que es hoy, un parámetro
esencial en el sistema económico…! ¡Quién, nos puede decir, si en Occidente
estamos desnudos como el cuento, por
vestirnos de demasiada belleza, demasiado culto y religión al cuerpo…!
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jmm caminero (08-16 febrero 2025 cr).
Fin artículo 4.711º:
“¿Si pudiésemos nos cambiaríamos
el cuerpo?”.
E.
16 febrero