Artículo Periodístico 4.687º: “Ávila en realidad y en sueños y Azorín…”.
Las ciudades se visitan de dos
maneras, quizás de más, una física y materialmente, otra en sueños o en
duermevela. Cada ciudad, para cada ser humano tiene sus connotaciones.
Cada
ciudad, que no es la que uno ha nacido o en la que uno haya vivido o existido o
habitado, porque las ciudades se viven y te viven, las habitas y te habitan.
Salvo las ciudades dónde se nace, ciudades o aldeas o pueblos, donde se nace o
dónde se vive, el resto son ciudades de la visita o de los sueños. No sé,
particularmente, cuántas veces habré visitado Ávila, creo que rozarán la decena de veces, debido a diversidad de
ocasiones y situaciones y circunstancias, con distintos acompañantes. Sin
contar las que haya pasado al lado o cerca.
Al
final, tienes dentro de ti, un magma de recuerdos, que se mezclan y se
combinan. Quizás, no fue lo mismo a los veinte años, que creo fue la primera
vez, a los veintiocho años ya con la
media naranja, y, otras veces, antes y después… Y, no es lo mismo los recuerdos
de la ciudad. Desde el sillón de tu corazón recuerdas a la ciudad. Ésta en
concreto, debido a Teresa de Ávila y
Juan de la Cruz y El Tostado, ahora han creado un Centro
de Estudios que denominan Universidad de la Mística, los carmelitas. Pero cada
vez, que surgen documentales o fotografías o noticias, siempre vuelve Ávila.
Siempre que envías algún correo o alguna carta o cualquier otra realidad…
(Hagan un Centro de Interpretación de y sobre El Tostado en Ávila, un
salón o dos de algún trozo de palacio o palacete).
Estoy
hablando de Ávila, Ciudad Patrimonio
de la Humanidad, pero usted puede estar pensando en otra cualquiera. Me digo
yo, podrían hacer un Premio de Prensa para incentivar la belleza e historia y
recuerdo de Ávila, Ávila capital, algo semejante a lo que hace y se hace en
Cáceres. Sería una forma de poner en orden sus recuerdos. Muchos escritores
redactarían frases e ideas. No sería una novela sobre su ciudad, pero si muchas
visiones distintas.
Todo
esto me lo ha recordado al encontrarme con un artículo de Azorín, titulado. Ávila, 1863, publicado el 16 de
marzo de 1950, en ABC. Me pregunto,
la ciudad que tanto vive de los viajes de externos a sus murallas. Pero que
muchos sienten dichas piedras como algo suyo. Me pregunto, si han creado algún
directorio para ir recogiendo noticias, informaciones, artículos, cartas,
notas, fotografías, documentales, entrevistas que las mencionen. Cientos de
pasajeros habrán pasado por sus venas, que escriban o que hayan hecho música o
que hayan realizado pinturas. Todo ese arsenal de riqueza cultural,
posiblemente esté disperso. Cuánta fama y notoriedad sería ir recogiendo en un
directorio virtual, todos esos testimonios. Abran la etiqueta y la Web, y, se
darán cuenta, que empezarán a llegarles como los ríos atraviesan las llanuras
llegando a un lago o mar o a otro río. Es la naturaleza de las cosas y de los
acontecimientos…
Ya,
ya en la cabeza-corazón-alma queda en uno, un magma de recuerdos de esta
ciudad, de cualquier otra ciudad. Se mezclan, distintos motivos. Una, de las
veces, una descendiente iba en el seno de la madre y esposa, otra en la lejanía
con los compañeros de curso. Otra fuimos con mis progenitores, aquella en el
casamiento. Otra y otras de descanso. Una más, para llevar un libro de artista
a monasterio/convento franciscano. Otra y otras de paso, pero pernoctando.
Pero
también hemos estado en sueños o en visiones o en fotografías o en documentales
muchas veces. Una ciudad es la visita real, aquellos cantos de media tarde, del
Convento de San José, aquellos
cantos, que yo que no sé casi nada de música, sonaba a una perfección enorme,
esa mezcla de espíritu y tierra y carne y aire, de lo terráqueo y lo
espiritual. Aquellas visitas a La
Encarnación de Ávila, los misterios de los siglos y del espíritu y de las
realidades humanas. Al final, ya casi a cinco siglos de Teresa de Ávila y Juan de la
Cruz y, algo más El Tostado –el
escribiente que más ha escrito de esta Hispania-, y, otros autores de la
ascética y mística, que sus libros y manuscritos, están en ediciones que se van
olvidando, o, que ni siquiera han llegado a la imprenta…
No
sé, no sé si volveré física y materialmente, en carne y con los ojos otra vez a
Ávila. No lo sé. Quizás, ahora, mi
pequeño lugar en este hueco de la vida, es ir recordando lugares de vez en
cuando, quizás hacer pequeñas crónicas. Quizás, pequeños recuerdos, quizás
pequeños silencios, quizás pequeñas voces, quizás pequeñas sinfonías… Qué me
tendrá reservada la vida, dentro de un mes o dentro de diez o dentro de cien
meses. No lo sé…
Como
un pequeño Azorín, no se entienda
que me comparo con él, genio de las letras, pero como un pequeño Azorín, que recorrió La Mancha y el Quijote, quizás, a
todo articulista, de vez en cuando le queda, tiene la obligación de citar
lugares físicos y materiales, porque en ellos habitan personas. Personas,
porque hablamos a las personas, no a las piedras que no nos escuchan. Ahora,
hoy, ha tocado recordar Ávila. Si puede vaya al menos, una vez, en su vida a
Ávila, al menos, al menos dos días, al menos un día. Creo que Azorín estaría de acuerdo con este
enunciado y frase e idea.
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Fin artículo 4.687º:
“Ávila en realidad y en sueños y
Azorín…”.
E.
02 febrero