Artículo Periodístico 4.713º: “Los periodistas profesionales y los creadores de contenido”.
Por el planeta se está moviéndose
una ola, que plantea el problema del periodismo profesional y los influencers o
los que crean contenidos, que no son profesionales del periodismo.
Existen,
diríamos dos subcategorías en el periodismo profesional, aquellos que han
estudiado la titulación correspondiente, y, aquellos que aunque no hayan
estudiado Ciencias de la Comunicación, son especialistas en alguna rama del
saber, y, llevan un tiempo suficiente ejerciendo la opinión o el periodismo y
se pueden considerar en sentido estrictos “periodistas” o “expertos”, o, en
definitiva, personas que deben buscar, la realidad de los hechos, la realidad
de los datos, la realidad de los argumentos, la realidad de las razones. Es
decir, que intentan encontrar la verdad y la racionalidad. En definitiva la
realidad del hecho y de las razones del hecho.
Y,
por otro lado, siempre indicando con sumo respeto, un conjunto de personas, que
las nuevas tecnologías han abierto la posibilidad, que hablan de todo o casi
todo, de un sector o de una totalidad de sectores, pero no son ni periodistas
–en el doble rasero antes que hemos indicado-, ni tampoco son especialistas en
alguna rama del saber… Se les denomina los “influencers” o los influenciadores,
si queremos traducirlo al castellano. En principio, debo confesar que no estoy
en contra de este sector de la sociedad de la información o de la comunicación…
Pero…
Pero,
si diría algo que se indica en la calle, en las tertulias improvisadas que se
oyen en los bares, que se oyen a otros… Una, que las ONG, deberían ya que
tienen medios suficientes, no solo hacer campañas de recibir dineros para sus
fines, que la inmensa mayoría son loables, pero ya que todas tienen Web, en
dichas Web en una etiqueta bien clara, indiquen todas las cuentas, es decir, lo
que reciben, los gastos que disponen, y, a dónde va concretamente el dinero –y,
bien desarrollado y especificado-. Esto se dice, a baja voz en la calle –creo
que deberían escuchar al ruido del pueblo, por el bien de todos y por el bien
de sus loables fines, y, por respeto al trabajo que tantas personas hacen en
este tema…-.
Segundo,
los influencers o influenciadotes, ahora también se denomina por “algunos
creadores de contenidos”, deberían en sus páginas Webs, indicar y demostrar el
curriculum y el mérito que tienen. Porque hablan de economía, y, no sabemos si
tienen algún título, en algún nivel de la enseñanza en esa temática. Hablar de
política o de mil temas, y, no sabemos. El que emite una idea o concepto o
enunciado o argumentos, por libertad de expresión y libertad de conciencia,
tiene derecho a hacerlo, pero también el que recibe una información, tiene
derecho de saber, de dónde ha tomado esa idea o ese argumento, y, sobretodo el
que lo dice o indica, quién es y qué titulaciones tiene, y, que saber dispone.
Porque
si yo expreso algo de economía, mi opinión, no le llega ni al tobillo a la de Tamames. Por poner un ejemplo en una temática pero aplicada a todo.
Por eso, si alguien lee mis artículos, sabe que de vez en cuando, expreso que
“soy un modesto articulista”, segundo, “que de lo que estoy
hablando-escribiendo, soy un lego, apenas sé nada, que solo son opiniones”, tercero,
que él o ella, el receptor “debe completar la información”…
Uno,
uno entra en el archipiélago de Internet, y, uno debe confesar, que muchas
veces, uno no sabe, el valor y el grado de realidad de una noticia o dato o
argumento. Porque todo el mundo, tiene derecho a expresar su opinión, pero
también todo el mundo tiene derecho a decir y recibir el mayor grado de
realidad de un tema, es decir la verdad.
No
me gusta la palabra “bulo”, existen otras mejores: engaños, mentiras,
manipulaciones, maledicencias, rencores, envidias en la información. Porque una
cosa es que yo me equivoque en este artículo en algunas tesis o ideas, y, lo
hagan sin darme cuenta, y, otra es que engañe y manipule adrede, mienta adrede,
haga maledicencia adrede, exprese argumentos media verdades, mentiras a medias
adrede…
Eso
es una especie de delito moral, en cierto modo, es un error moral grave o leve,
es en lenguaje tradicional un pecado… es una falta de estima y de amor hacia
uno mismo, y, hacia otros. El otro se merece la verdad. No se le puede engañar,
ni mentir, ni manipular. Otra cosa es el que emite una opinión se equivoque.
Usted cuando va a comprar pan le gusta que le proporcionen un buen pan, por
tanto, usted también merece una buena información…
Existe
un problema es que se habla de las directrices de las cabeceras. Y, esto, creo
que se malentiende. Una cosa es que un medio de comunicación sea más de un
color o sea de otro, y, otra es “no expresar los hechos”. Creo que cada medio
tendría más venta y más receptores si fuesen más imparciales. Indicar la
realidad hasta el momento, y, después, si se quiere al final, señalar la
dirección del medio…
Todo
el mundo se queja de la crisis del periodismo en general. Y, se ofrecen muchas
causas y razones y motivos. Pero uno, creo que el más importante, es que hay
que intentar ofrecer la realidad de los hechos, la verdad de los hechos, y,
después las interpretaciones de cada medio. Creo que de ese modo, el periódico
que lo haga, irá poco a poco ganando lectores y lectoras…
¡Ah,
hay que dar al César lo que es del César! Este artículo ha surgido al mirarme
en el espejo de una columna escrita por Helena
Farré Vallejo, titulada: La difusa línea que separa a periodistas y
creadores de contenido, publicado en Aceprensa, el día 27 de
diciembre del 2024. Aconsejo o sugiero que lo lea, porque aprenderá muchas
cosas, quizás, se haga algunas preguntas. Porque al final, un artículo de
opinión, sea de tesis o sea de comentarios, una de sus finalidades, es que el
lector/a se haga preguntas… Paz y bien.
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (10-16 febrero 2025 cr).
Fin artículo 4.713º:
“Los periodistas profesionales y
los creadores de contenido”.
E.
16 febrero