Artículo 5.161º: “Qué olvidamos y qué recordamos y Leonardo Padura”.
Cada generación tiene que hacerse
una pregunta, entre muchas, qué queremos recordar y qué queremos olvidar, pero
nunca qué queremos cambiar o modificar o engañar o mentir.
Si alguien lee mis artículos o
una parte de ellos, sabe que estoy haciendo una pequeña microhistoria del
articulismo hispánico, algunas veces, también entro en América, como en este
caso, y, entonces cito a otro articulista, primero, para recordarlos, segundo
para homenajearlos, y, por lo general, recuerdo uno de sus artículos, así de
alguna manera o forma, voy recordando a autores y autoras y, de alguna manera,
se hace una especie de minidiálogo imaginario de hablar tres personas: este
escribiente, el autor/a del artículo que menciono, y, por lo general, a su vez,
ese artículo de ese columnista, cita a otro autor/persona/personaje/hecho...
En este caso, recordamos, no sé
si usted lo conocerá o lo recordará, yo debo confesar que apenas a Virgilio Piñera (1912-1979) al que hace
un homenaje y un recuerdo y conmemoración, Leonardo
Padura, Leonardo de la Caridad Padura Fuentes (nacido en la Habana, en
1955), pues este autor lo cita en un artículo de opinión, titulado: Siempre
la memoria mejor que el olvido, que publicó no sé en qué cabecera en
abril del 2012. En el que nos narra y cuenta que Virgilio Piñera se pasó la última década de su vida, en una especie
de ostracismo cultural interior, sin publicar apenas…
No voy a entrar en la política
cultural de ninguna sociedad y ningún país y ningún Estado y ninguna ideología,
ni de ayer, ni de hoy. Pero creo que este es el problema y uno de los problemas
más graves de todos los escritores y escritoras de todos los tiempos,
geografías, culturas y lenguas y sistemas sociopolíticos… Lo primero, es que se
valora/evalúa/critica/pondera, y, enseguida se indica este producto cultural y,
por consecuencia este escribiente, es de tercera o de quinta. Y, se le cierra
el paso. O, éste es de tal ideología o de tal otra, y, se le cierra el paso. O,
este polígrafo no es de los nuestros o al menos, no ataca a los adversarios
nuestros, y, por tanto se le cierra el paso. O, mil otras razones, para cerrar
puertas y ventanas a unos y a otros…
Este es el drama de la escritura,
y, en la medida que conocemos del resto de las artes, dejamos por el camino, a
cientos y a miles de autores y autoras, que pueden ser de quinta categoría,
pero que han estado trabajando en este arte, sea el que sea, diez o cincuenta
años de su vida. Que pueden ser de quinta categoría de calidad, pero qué
también han intentado reflejar el mundo en el que han vivido. Que pueden estar
equivocados en los contenidos y en los continentes, en lo que dicen y en cómo
lo dicen o expresan, pero que también tienen derecho a que su voz permanezca,
al menos, para el futuro, para futuros investigadores. Porque también, podemos
pensar, que alguna vez se escribirá las culturas que surgen en comarcas o
unidades territoriales más pequeñas, y, en esas geografías, quizás, tengan un
pequeño lugar en el mundo cultural…
Nadie puede negar, qué sería un
gran descubrimiento que detrás de una doble pared de una casona manchega o
aragonesa o andaluza o extremeña se encontrarán quinientos libros y manuscritos
de obras de varias decenas de autores del Siglo de Oro, aunque fuesen autores y
autoras de quinta categoría. Sería un descubrimiento que sería una noticia
cultural mundial. Pues esta es la cuestión. Si quieren encontrar dentro de tres
siglos, obras de autores de cualquier lugar, de cualquier comarca, de cualquier
provincia, de cualquier región de autores de hoy, que son de quinta categoría,
tendrán que empezar a crear espacios, entidades, depósitos, archivos,
bibliotecas que puedan conservar estas obras. Quién sabe, si dentro de tres
siglos, algunas obras, de autores de hoy, considerados de quinta categoría se
les eleva su valor cultural y su valor entitativo y su valor gnoseológico…
El análisis de los hechos
culturales que no son ciencia, que no se rigen por el método científico, que no
se puede aplicar la falsabilidad o veracidad de Popper, que no se pueden analizar según el doble o el triple ciego.
Pues todos los fenómenos culturales, creación o producción cultural que no es
ciencia, valorarlos y evaluarlos a mi parecer es un ejercicio enormemente
complejo y difícil. Con lo cual, aunque admitamos que al final, sólo surgen
tres o cinco o siete grandes genios en cada especialidad del saber por siglo y
a nivel mundial.
También debemos pensar, que
autores, en todos los saberes y artes, de quinta categoría, también tienen
derecho a respirar, existen millones de especies vivas y vivientes, y, todas
ocupan un pequeño lugar, aunque sean pequeño. Todas las especies son
necesarias… Por tanto, aplíquenlo también a la cultura, a la creación o
búsqueda de ideas y de interpretación de la realidad…
Creo que este es el drama de la
cultura y Cultura, en cada generación se pierden cientos, miles de autores y
autoras, en los distintos saberes. Sus obras, sean mejores o peores se van
perdiendo, deteriorando, destruyendo, cuando pasan tres o cuatro generaciones
apenas queda nada de ello y de ellos.
¡Porque cuánto alegría sería que
no se perdiesen, decenas de autores de la generación del 27, en distintos saberes,
aunque sean de tercera categoría, cuántos que están y estuvieron repartidos por las provincias de España y en
provincias, y, no sólo que florecieron en Madrid…! ¡O, lo que queremos es que
se olviden, para que sólo luzcan los que tienen establecidos…! ¡Qué nunca se
puedan recuperar otras voces, otros tonos de voces…!
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (10 octubre 2025 cr).
Fin artículo 5.161º:
“Qué olvidamos y qué recordamos y
Leonardo Padura”.
E.
19 octubre