Artículo 4.944º: “Cuando la palabra dicha tiene un valor”.
Una realidad es cambiar sincera y
racionalmente de opinión, y, otra es decir lo que te conviene hoy, y, al rato o
mañana cambiar de opinión porque te interesa otra cosa.
Tenemos
que preguntarnos, no digo todo el mundo, pero si a una población cada vez más
aumentada, será porque hemos olvidado, lo que durante siglos se nos enseñaba,
el octavo mandamiento de Moisés: “No
dirás falso testimonio. Ni mentirás”. Se nota en la sociedad que se va abriendo
más horizonte a la mentira, al engaño, a la maledicencia con palabras, al falso
testimonio, se le puede denominar de otros modos y otras maneras, ahora se han
inventado el concepto de bulo. Pero todo es lo mismo…
Se
está cayendo, que por unas razones o por otras, intereses sociales, políticos,
económicos, culturales o de cualquier otro tipo, se dice la medio-mentira o la
medio-verdad. Se dice un enunciado que es cierto o verdadero en parte, y, es
erróneo o falso por otra, sabiendo el que lo expresa que dicha
frase-oración-proposición-enunciado es verdad a medias, mentira a medias. Con
lo cual, se le engaña y se le miente al otro. Yo, te engaño-miento a ti, en tal
cosa, tú, tú me mientes-engañas a mí, en otro tema. Así, se cae en una
anarquía-vorágine de la mentira-engaño, y, por tanto, aumenta el error… aumenta
la manipulación, aumenta el dolor…
Kant, se planteó esta cuestión, e,
indicó que “si decir la verdad te puede costar un precio muy alto, por ejemplo
la vida, se admitiría no decirla, pero tampoco engañar o mentir” –cita no
textual, aunque vaya entre comillas-. Con lo cual, existen muchas
interpretaciones a este tema o cuestión. Pero se considera el concepto o idea,
que la “otra persona merece tu verdad”, o, dicho de otro modo, que usted si
habla diga lo que de verdad piensa, lo que considera es verdad, si se equivoca,
habría sido un error, pero un error no es una mentira, sino un error.
Cierto
es, que existen situaciones límites, entonces, no se puede indicar la verdad,
porque quizás indicar la verdad, es o sería producir un mal enorme, a otra y
otras personas, o, incluso a sí mismo. Es un deber el de conservar la vida propia,
como mandato que está por encima de los demás. Pero incluso para conservar el
mandato de la propia vida, si es posible, no se puede indicar la mentira y el
error adrede. Si una persona se ve obligada a la mentira o al error porque
depende su vida y su existencia, entonces entraríamos en los casos límite de la
realidad moral y psicomoral. -Y, en este caso, usted debe consultar con
personas especializadas en estos temas, este escribiente o polígrafo o escritor
no lo es-.
Una
sociedad se mantiene por las estructuras jurídico-políticas, esas son las
raigambres y argamasa que sostienen todo el edificio social. Pero además por
las estructuras psicomorales y psicoéticas, incluso las psicoreligiosas o
psicoespirituales. Pero entre las psicomorales están las normas éticas y
morales, al menos mínimas, que una sociedad se ha dado a sí misma, quizás
heredadas de siglos. La moral predominante en Europa, era una combinación de la
filosofía heredada de siglos más la moral del cristianismo.
Está
sucediendo, si el cristianismo va cayendo más en crisis en Europa, va
disminuyendo la población que sabe y que cree, saber y creer, en esas normas.
Especialmente en las morales. Lo que antes era considerado por casi toda la
población como un mal moral o un pecado –no entramos en grave o leve, según la
cuestión concreta-, ahora ya no se toma la verdad-idea-concepto-norma, “que el
otro tiene derecho a la verdad”. Y, que cada sujeto tiene el deber y el
derecho, si es posible, si su vida no se pone en peligro o por otra razón, muy urgente
y grave, cada persona tiene que decir y expresar la verdad…
Caminas
por la vida, y, te encuentras con demasiadas personas, no es que expresen
afirmaciones o negaciones erróneas, que las dicen. Pero si son erróneas se
supone que están equivocados y ellos mismos no lo saben. Sino que dicen
afirmaciones o negaciones que son mentiras, engaños, engaños-mentiras grandes o
medianos o pequeños, para conseguir unos fines, fines personales, sociales,
culturales, económicos, afectivos, políticos, etc. ¡Y, esto en multitud de
entidades sociales y humanas…!
Lamento
decirlo, si quieren lo hago en forma de pregunta, ¿estamos llegando a niveles
de mentiras y de engaños tan grandes, en palabras y actos y hechos, que así una
sociedad no puede ser eficiente…?, ¿no puede ser que una persona te engañe o
mienta por una razón o fin o motivo o causa, que otra sea por otra razón o
motivo, y, que la otra también…?, ¿al final, no solo engañamos y mentimos a los
demás, sino que acabaremos mintiéndonos a nosotros mismos…?
Como
todos los temas éticos y morales, psicomorales y psicoéticas son muy complejos.
Un modesto articulista como este escribiente, se puede equivocar, de hecho lo
hace y lo hará, pero ha intentando siempre no engañarle, ni mentirle con las
palabras, con las ideas, con los conceptos, con los argumentos, con las
proposiciones, con las frases…
Creo
que si esta sociedad europea y española, no se obliga a disminuir la mentira y
el error, esta sociedad caerá en una crisis muy profunda, con consecuencias
enormes, entre otras, grandes y graves proporciones de sufrimiento y pena y
angustia… Y, sobretodo las personas más vulnerables serán más vulnerables aún,
las personas más débiles, serán más débiles todavía… La mentira trae más
injusticia, menos libertad, menos buena voluntad, más error, más sufrimiento…
El
otro merece la verdad, o, al menos el silencio de no-decir la mentira-error… Es
o debería ser casi un derecho humano…
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (11 junio 2025 cr).
Fin artículo 4.944º:
“Cuando la palabra dicha tiene un
valor”.
E.
22 junio